Anuario de Estudios Medievales 54 (2)
ISSN-L: 0066-5061, eISSN: 1988-4230
https://doi.org/10.3989/aem.2024.54.2.1392

Arquitectura monumental para la higiene y la purificación: dos salas de abluciones del periodo almohade en Fez (Marruecos)

Monumental architecture for hygiene and purification: two ablution halls from the almohad period in Fez (Morocco)

 

1. INTRODUCCIÓN

 

El estado de pureza es obligatorio para poder realizar las oraciones, de modo que el ritual de las abluciones es una práctica que antecede a todo acto religioso.1Sobre el ritual canónico y las reglas de buena conducta en materia de pureza, así como su significado en la literatura jurídica del Occidente musulmán medieval, véase Mohammed Hocine Benkheira, «La maison de Satan»; Benhima, «Usages de bienséance». Así, dependiendo del grado de impureza en el que se encuentre el individuo, será necesario realizar un tipo de abluciones, bien el lavado mayor (ġusl) o la ablución simple (wuḍūʾ).2Para la transcripción de términos y nombres árabes se ha empleado el sistema de la revista al-Qanṭara. Obviando los detalles y motivos que justifican cada uno de ellos, el primero únicamente se podría realizar en un baño o de manera íntima en la vivienda, mientras que el segundo, además de ser el más frecuente, se puede realizar prácticamente en cualquier lugar en el que haya un suministro de agua.3Benkheira, «Maison de Satan», 404-406. Por esta razón, las mezquitas siempre han dispuesto de una dotación de agua que podía encontrarse en el exterior del edificio o en el patio, aunque en este último era preferible su uso como fuente para beber.4Calvo, Mezquitas de al-Andalus, 187-188. Así, la importancia de las abluciones menores (wuḍūʾ), en conjunción con la enorme concurrencia de personas que se producía minutos antes de la oración, dio lugar a uno de los establecimientos más indispensables de la arquitectura islámica, la sala de abluciones (dār al-wuḍūʾ o mīḍāʾa). De hecho, aunque su construcción no comprende una obligación para los gobernantes, la práctica demuestra que la mezquita y la sala de abluciones son, en definitiva, un binomio inseparable.

Sin embargo, si el modelo arquitectónico que acoge esta función puede limitarse a un espacio de servicio que está dotado de una fuente de agua, lo cierto es que el ingenio llevó a engendrar un modelo mucho más complejo en el que, además de disponer una pila central en torno a la que los fieles realizan sus abluciones, se desarrolló un conjunto de cabinas que, de forma privada, los usuarios también podían utilizar como letrina y para asearse. En efecto, este modelo parece que alcanzó un arraigo muy importante en la arquitectura del Occidente islámico, donde son especialmente significativos los ejemplos conocidos y conservados. Por ejemplo, para un momento tan temprano como el siglo X, la mezquita aljama de Córdoba ya contaba con varias casas de abluciones a su alrededor y una de ellas, cuyos restos se conservan, ya emplea este modelo.5Montejo, «Pabellón de abluciones», 209-231.

Con todo, este tipo de establecimientos han pasado mayormente desatendidos en la historiografía desde principios del siglo XX, aspecto que ya apuntaron en 2016 Cressier, Gilotte y Rousset al dedicar un número exclusivo de la revista Médiévales a Lieux d’Hygiène et lieux d’aisance en terre d’Islam Médiévales.6Cressier, Gilotte y Rousset, «Lieux d’hygiène», 5-12. Esta obra colectiva, con intervenciones de diversos estudiosos, da buena cuenta del estado de la cuestión en un horizonte amplio que engloba tanto el espacio público como privado, pero también ilumina sobre una laguna importante que subyace en el estudio de la arquitectura, el urbanismo y la sociedad islámica medieval. En este sentido, aunque la sala de abluciones con letrinas es un espacio desdichado que pasa desapercibido debido al ensombrecimiento ejercido por las mezquitas y madrasa-s, no deja de ser una manifestación más de las normas que rigen la comunidad, al tiempo que muestra soluciones establecidas por esta para gestionar los servicios urbanos, las redes de suministro hidráulico y el saneamiento. Y, en última instancia, con respecto a las salas vinculadas a proyectos distinguidos, se trata de obras que cumplen con su función más elemental, pero que al mismo tiempo materializan espacios suntuosos de gran calidad arquitectónica. A este respecto, las fundaciones piadosas que se encargaron de equipar la ciudad con mīḍāʾa-s acostumbraban a asignar bienes (waqf pl. awqāf) para su mantenimiento, siendo este un aspecto patente en las actas de dotación del periodo meriní.

Actualmente, Fez conserva un gran número de salas de abluciones históricas que siguen en uso y que fueron construidas a lo largo de su historia. No obstante, de este extenso elenco únicamente se pueden reconocer, con cierta seguridad, dos ejemplos almohades. A pesar de no haberse prolongado durante mucho tiempo, el califato almohade alcanzó una hegemonía que sobresale por encima de los demás periodos históricos del Occidente islámico y, consecuentemente, ha contribuido con un enorme legado arquitectónico.7Una idea de ello puede obtenerse en el atlas digital ATARAL (fecha de consulta 25 de mayo de 2024, https://www.ataral.es/). Ahora bien, en lo que respecta a la ciudad de Fez, resulta por ahora excesivamente anecdótica su impronta material, especialmente si se considera la centralidad cultural y religiosa de esta ciudad durante el periodo almohade a expensas de Marrakech, la capital. Poco se conoce sobre la reconstrucción de las murallas que unificaron las dos orillas dentro de una sola ciudad, la alcazaba levantada en el sector occidental o las construcciones arquitectónicas. A pesar de ello, las crónicas del periodo meriní dejan constancia del importante desarrollo bajo los califas al-Manṣūr y al-Nāṣir. Por ejemplo, al-Ǧaznāʾī aporta un inventario elaborado a partir de documentación oficial almohade y cuantifica en Fez: 785 oratorios, 42 casas de abluciones, 80 fuentes, 93 baños, 372 molinos, 89.236 casas, 19.041 establecimientos, 467 funduq-s, 9.082 tiendas, 2 alcaicerías, 3.094 telares, 47 jaboneros, 86 curtidores, 116 tintoreros, 12 herreros, 135 hornos, 11 hornos de vidrio y 188 alfares.8Al-Ǧaznāʾī, Ǧanà Zahrat al-Ās, 43-45. Ibn Abī Zarʿ ofrece un listado semejante, aunque las cifras varían (Ibn Abī Zarʿ, Al-Anīs al-muṭrib, 47-48). Si bien estos números pueden haber sido exagerados y son acumulativos de varios periodos, es cierto que se puede advertir una prosperidad que los autores achacan en parte a ambos califas.

En lo que respecta a las dos salas de abluciones almohades que se han señalado anteriormente, se hallan respectivamente vinculadas a las dos grandes aljamas de Fez (Qarawiyyīn y Andalusiyyīn) y, como el resto de mīḍāʾa-s, prácticamente solo se conoce su existencia. De hecho, se percibe una excesiva prudencia generalizada en el mundo académico a la hora de referirse a estas construcciones, aspecto que se debe, sin lugar a duda, a la poca información material y espacial con que se cuenta. En este sentido, incluso se puede sospechar que serían casi ignoradas de no ser por Terrasse, quien las dio a conocer de forma superficial dentro de sus dos obras maestras sobre ambas mezquitas y, además, atribuyó su construcción al periodo almohade.9Terrasse, Mosquée des Andalous, 24; Terrasse, Mosquée al-Qaraouiyin, 56. Lamentablemente, en lo que concierne a las dos mīḍāʾa-s, no abordó su documentación gráfica y arquitectónica con el mismo detalle que dedicó a la mezquita, aunque sí que se encargó de relacionar las obras conservadas con las noticias aportadas por fuentes medievales como Ǧanà Zahrat al-Ās de al-Ǧaznāʾī o Rawḍ al-qirṭās de Ibn Abī Zarʿ. Básicamente, el material aportado se resume a una fotografía del interior del edificio, así como datos históricos y descriptivos muy sintetizados.

Seguidamente, como parte de su obra magna sobre la mezquita al-Qarawiyyīn, el historiador marroquí al-Tāzī incluyó la sala de abluciones como una extensión del edificio religioso, si bien únicamente le dedicó una página en la que extrae algunos fragmentos de las crónicas de al-Ǧaznāʾī e Ibn Abī Zarʿ.10Al-Tāzī, Ǧāmi῾ al-Qarawiyyīn, 77-78. En adelante, no parece que suscitasen mayor interés, motivo por el que los estudios posteriores son muy tangenciales con respecto a ellas y se limitan a reseñar lo publicado por Terrasse. El único trabajo que destacar corresponde a Villalba, quien, en su extensa labor por ofrecer una idea completa de la producción arquitectónica del califato almohade, menciona las intervenciones de dicho periodo en las dos grandes aljamas de Fez.11Villalba, Senda de los almohades, 511-512 y 518-519. De este modo, dedica unos cuantos párrafos aprovechando de nuevo algunos datos históricos y descriptivos, principalmente aquellos aportados por la traducción francesa que Alfred Bel realizó de la obra de al-Ǧaznāʾī.12Al-Ǧaznāʾī, Zahrat el-Âs.

Por su parte, Madani, dentro de su constante contribución sobre el aprovechamiento del río Fez y las múltiples ramificaciones con las que cuenta este para abastecer a la ciudad,13Madani, «Réseau hydraulique»; Madani, «Evolution urbaine»; Madani, «Eau monde musulman». muestra interés por todos aquellos establecimientos sujetos al suministro de agua, y, aunque no aborda como tal el estudio de las salas de abluciones, sí se detiene en algunos detalles sobre el suministro y evacuación, así como también documenta elementos complementarios como canales subterráneos, partidores, tendidos de tuberías, fuentes, molinos y pozos.14Madani, «Eau monde musulman», parte 2, 37-38 y 124-128. Asimismo, sobre el sistema de distribución de agua y su ramificación, véase El-Hajjami, «Fès, labyrinthes».

Con todo, una valoración general de los acercamientos más destacados evidencia hoy la falta de dos puntos que parecen fundamentalmente necesarios. En primer lugar, resulta imperioso dedicar cierta atención a los edificios conservados por medio de una documentación arquitectónica con la que poder acercarnos a su realidad material, así como sus características espaciales y tipológicas. Solo así, será posible caracterizar dos de las pocas salas de abluciones almohades de las que se puede tener constancia y que, además, siguen en pie y continúan funcionando como tal. En segundo lugar, los fragmentos de crónicas que contienen información sobre estas mīḍāʾa-s, constituyen una fuente de gran interés histórico, terminológico, arquitectónico e hidráulico. Sin embargo, aunque se trata de fragmentos que ya fueron advertidos por Terrasse, todos los estudios desarrollados hasta ahora han sido en gran medida dependientes de la traducción francesa de 1923, que, a pesar de ser ejemplar, no plantea una lectura pormenorizada. Por este motivo, después de un siglo, los fragmentos en cuestión son susceptibles de una nueva traducción detallada y acompañada de observaciones precisas sobre el tema en cuestión. Son fragmentos muy ilustrativos y merecen una traducción analítica y anotada.

Por consiguiente, el cometido del presente trabajo será abordar estos dos puntos mencionados con el propósito de hacer un reconocimiento más rotundo de las dos salas de abluciones y, seguidamente, se acompañará de una relación integrada de ejemplos medievales y postmedievales con la que poder tomar perspectiva sobre este equipamiento público a lo largo de los siglos, así como su tipología en el Occidente islámico.

2. MĪḌĀʾA DE LA MEZQUITA AL-QARAWIYYĪN

 

La ciudad de Fez estuvo configurada durante los primeros siglos de su historia, como bien es sabido, a partir de dos ciudades prácticamente autónomas y separadas por el cauce del río, siendo esta una condición que, a pesar de la reconocida unificación que las fuentes alegan para el periodo almohade, ha seguido manteniéndose hasta hoy como dos grandes sectores que engloban a su vez sus respectivos barrios. En este aspecto, dicho carácter independiente nunca habría adquirido un matiz tan marcado si no hubiese sido por contar cada orilla con su propia mezquita aljama (Qarawiyyīn y Andalusiyyīn).

La mezquita al-Qarawiyyīn experimentó una reconocida expansión durante el periodo almorávide que estuvo acompañada de un programa decorativo de gran peso para la historia de la arquitectura islámica; sin embargo, parece que la intervención del califato almohade no fue tan significativa y se limitó a reformas menores, la construcción de cúpulas que hoy no se conocen frente a puertas o la construcción de una fuente en el patio cuyos restos han desaparecido y fueron parcialmente aprovechados para uno de los pabellones saʿ díes. Aun así, se conoce la construcción de una mīḍāʾa que constituye una de las principales aportaciones del momento y que fue detalladamente recogida por las crónicas locales (fig. 1). Es el caso, por ejemplo, del Kitāb zahrat al-ās fī bināʾ madīnat Fās (1365) de Abū al-Ḥasan ʿAlī al-Ǧaznāʾī, quien nos revela de forma bastante ilustrativa el proceso seguido por un personaje particular para crear la mīḍāʾa en cuestión y proporciona, además, una descripción detallada del edificio:

En lo que se refiere a la pila (bīla), el surtidor (ḫaṣṣa), la sala de abluciones (dār al-wuḍūʾ), las novedades constructivas que acompañaron a la extensión y renovación de la Bāb al-Ḥufā, así como la apertura de la puerta situada frente al funduq de Ibn Ḥayyūn, en el costado oriental de la mezquita, todo ello, tuvo lugar en vida del alfaquí piadoso Abū Muḥammad Yaskur.15Según la obra biográfica de Aḥmad Bābā, un alfaquí de Fez así llamado falleció en 598 H (1201-1202), coincidiendo con el gobierno del califa Muḥammad al-Nāṣir (Al-Timbuktī, Nayl al-Ibtihāğ, 640). Se dice que por aquel entonces un hombre adinerado, conocido como Mūsà b. ʿAbd Allāh b. Sadān,16Según el texto y la edición puede variar: Sarāb, Sarāt, Sadāb o Sadāt. se dirigió a él venido desde las montañas Banī Yāzġa y se asentó en Fez requiriendo su compañía. Entonces, le mencionó que tenía un buen dinero heredado de su padre, quien lo había obtenido de cultivar su tierra con las manos y del ganado que había criado, pero deseaba gastarlo en algo que fuese necesario para la mezquita al-Qarawiyyīn (…). Ante aquello, el šayḫ Abū Muḥammad se detuvo a pensar y el hombre empezó a insistir en que quería hacer una sala de abluciones (dār al-wuḍūʾ) cerca de la mezquita para que sirviese a los fieles (…). Le dijo: emprende ahora lo que deseas y que Dios te recompense por tu propósito. Entonces se dirigió a un funduq que había en el lugar donde ahora se encuentra la sala de abluciones y lo compró para después emprender su demolición. A continuación, buscó un lugar del que traer el agua y supo de varios lugares sobre los que consultó a personas de conocimiento y criterio, quienes no encontraron nada más que un nacimiento (ʿayn) conocido como ʿAyn Ǧ*r*māl17Según el texto y la edición también puede ser Ḫarmāl o Ḫawmāl. y situado en Ǧarnīz18Barrio de Guerniz. a 500 codos de la mezquita. Entonces lo compró al doble de su valor (…). Después, le pidió al šayḫ Abū Muḥammad que [el califa] al-Nāṣir, el almohade, supiese de aquello para así conseguir su permiso y poder conducir el agua por las calles. [El šayḫ] accedió a ello y le informó a al-Nāṣir, quien le ayudó con su petición. Acto seguido, emprendió la construcción de la sala de abluciones, para la que dispuso 15 cabinas (bayt) y cada una de ellas fue equipada con hojas batientes. Además, por encima del techo de cada cabina hay una ventana (ṭāq) que permite la entrada de luz [a la sala], así como otra [ventana] encima de su puerta [de cada cabina]. Sobre cada una de estas ventanas, que hay sobre las puertas, cuelga una lámpara (ṣubḥiya) de vidrio que prende al principio y al final de la noche. En [el interior de] cada cabina hay una tubería de cobre que vierte agua a una cavidad (naqīr) excavada en la piedra, siendo esta de dos palmos de largo por uno de ancho y medio palmo de profundidad. En su techo (samk) hay una cúpula (qubba) de yeso (ǧibṣ) hecha con mocárabes (muqarbasat al-ʿamal) y adornada con varias clases de colores.19En Rawḍ al-qirṭās se destaca el color azul (lāzaward). Ibn Abī Zarʿ, Al-Anīs al-muṭrib, 70. Y en el centro colgó una ṯurayyā20Lámpara metálica de gran envergadura que puede portar numerosos vasos de aceite. con vasos (qawārīr) de vidrio que se encienden al principio y al final de la noche. En torno a los costados meridional, oriental y septentrional hay 11 ventanas (ṭāq) para que entre la luz a todo el interior. En tanto que, en el centro, hizo una pila de piedra roja21Piedra que tradicionalmente es extraída en la zona de Sefrou. de 20 palmos de largo y 5 de ancho en cuyo centro hay un brazo hueco y, sobre este, monta una especie de alcachofa con 20 orificios desde los que el agua vierte en la pila, todo ello de bronce dorado. Alrededor [de la pila] hay un asiento.22Al-Ǧaznāʾī, Ǧanà Zahrat al-Ās, 70-73.

media/1392_001.png
Fig. 1. Al-Qarawiyyīn. Plano general de la mezquita con la sala de abluciones al norte (Antonio Almagro e Íñigo Almela). 

Por su parte, la crónica Rawḍ al-qirṭās (al-Anīs al-muṭrib bi-rawḍ al-qirṭās fī aḫbār mulūk al-Maġrib wa-tārīḫ madīnat Fās), cuya autoría se suele atribuir a Ibn Abī Zarʿ, es también una obra del siglo XIV y constituye una referencia fundamental para cualquier estudio de Fez. Para el caso que ahora nos interesa ofrece una versión más resumida que la de al-Ǧaznāʾī, aunque resulta complementaria al contener algunos datos que presenta de forma menos enrevesada. Tal es el caso de la captación hidráulica, su replanteo ante la búsqueda de una alta calidad del agua y la trayectoria de la conducción por la ciudad hasta llegar a la sala de abluciones. Asimismo, también ofrece como fecha de construcción el año 1180, aunque este dato presenta una contradicción cronológica con el texto de al-Ǧaznāʾī, pues corresponde al gobierno del califa Abū Yūsuf Yaʿqūb, (1163-1184) y no al de Muḥammad al-Nāṣir (1199-1213):

Emprendió la demolición [del funduq] y, después, la construcción de la mīḍāʾa y la fuente en su lugar. Esto fue a comienzos de ṣafar del año 576 H (1180). Entonces, el šayḫ alfaquí Yaskur escribió al Príncipe de los Musulmanes haciéndole saber de aquello y pidiéndole permiso para traer agua. [Este] le dio permiso, por medio de un decreto (ẓahīr), para que atravesase por donde quisiese entre las calles y caminos de la ciudad. Entonces reunió alarifes, constructores y personas doctas en arquitectura y les ordenó inspeccionar los lugares de los que podía traerse agua, encontrando como consenso los nacimientos (ʿuyūn) de Dār al-Dabbāġīn. Sin embargo, el alfaquí Yaskur no lo consideró conveniente debido a la suciedad y desechos que los curtidores producen en su proximidad. De este modo, renunciaron [a esta ubicación] y cerca de Dār al-Dabbāġ encontraron la Dār Ṣibāġ (casa de tintura), en la que hay un nacimiento grande que es conocido como ʿAyn Ḫawmāl. Entonces, el mencionado Mūsà b. Sadāb la compró [la Dār Ṣibāġ] por un valor que estaba doblado debido a la presencia del nacimiento. Este aflora en una habitación abovedada bajo la tierra que parece una sala de ḥammām y allí el agua emerge por dos sitios en los que hay una fuente natural (fawwāra) (…). El agua se canalizó con una tubería (qādūs) y va hacia un depósito (ṣihrīǧ) de 10 palmos de lado que está revestido con piezas de plomo. El depósito está a un lado de la habitación y de ella se saca el agua por medio de tuberías (qawādīs) tannūriyya23Al igual que la voz española «atanor» (pieza tubular cerámica), pudiendo referirse el texto a una tubería cuyas piezas de plomo se asemejan a los atanores. de plomo que atraviesan a lo largo de la cuesta de Sūq al-Duḫān hasta al-Qarisṭūn, al sur de la mezquita al-Šurafāʾ, después siguen por la calle de Sūq al-Qaysāriya, Sūq al-Ḫarrazīn (zapateros), Tarbīʿat al-Qazzāzīn (sederos) hasta que llega al arca reguladora (miʿda)24Con este nombre se conocen en Marruecos las pequeñas torres piezométricas que a lo largo de una conducción estanca (qādūs) mantienen la presión para que el agua pueda alcanzar un nivel elevado o manar en surtidores. de al-Muwaṯṯiqīn (…). Entonces, el agua vierte desde el arca a un depósito cuadrado de plomo y de ahí se distribuye a todas las fuentes, el surtidor, la pila, la Bāb al-Ḥufā y la sala de abluciones, donde también alcanza sus cabinas, así como la siqāyat al-šubbāk (fuente de la ventana/celosía).25Ibn Abī Zarʿ, Al-Anīs al-muṭrib, 69-70.

Tal como indican las fuentes, la sala de abluciones conservada se halla frente a la puerta de Bāb al-Ḥufā de la mezquita y su descripción concuerda de forma impecable con lo detallado por al-Ǧaznāʾī. Únicamente hallamos divergencias en algunos elementos que parecen haber desaparecido. Así, manteniendo sus palabras añadimos que se trata de un edificio articulado en torno a un atrio central de planta rectangular y con una gran pila de agua que sirve a los fieles para sus abluciones (fig. 2). El diseño que confiere monumentalidad a este edificio consiste básicamente en desarrollar con una mayor altura el atrio, de modo que este espacio contrasta con las crujías perimetrales en las que se hallan las cabinas o letrinas (figs. 3 y 4). Por último, la sala de abluciones se completa en su costado meridional con un corredor en recodo que, a modo de zaguán, permite acceder desde la calle preservando la privacidad de los usuarios. Además, esta crujía presenta un nivel superior en el que se encuentra la residencia del imán de la mezquita y a la que se llega por medio de otro acceso independiente desde la calle y una escalera. Por este motivo, toda la crujía meridional está cubierta con alfarjes (fig. 5), mientras que las otras tres crujías son abovedadas.26Desconocemos si este establecimiento puede ser un añadido posterior, lo que tendría sentido considerando el recorrido tan enrevesado que se requiere para llegar hasta él.

media/1392_002.png
Fig. 2. Al-Qarawiyyīn. Sala de abluciones. Planta (Íñigo Almela). 
media/1392_003.png
Fig. 3. Al-Qarawiyyīn. Sala de abluciones. Secciones (Íñigo Almela). 
media/1392_004.jpg
Fig. 4. Al-Qarawiyyīn. Sala de abluciones. Vista interior del atrio hacia el sur. Véase en el centro del frente meridional la puerta de ingreso desde el corredor (Íñigo Almela). 
media/1392_005.jpg
Fig. 5. Al-Qarawiyyīn. Sala de abluciones. Puerta de acceso y voladizo generado por la residencia del imán (Íñigo Almela). 

En lo que respecta a los elementos que se han visto transformados o incluso han desaparecido, destaca, en primer lugar, la pila central, donde no hay atisbo de mármol rojo, banco perimetral, o surtidor central con alcachofa metálica. De este modo, la pila está desprovista de gran parte de los elementos que la engalanaban y ha quedado reducida a su mínima expresión con el depósito en forma de artesa (figs. 6 y 7). En segundo lugar, gran curiosidad despierta la cúpula de mocárabes de yeso, pues actualmente el atrio está cubierto con una armadura de madera. A priori, puede achacarse al autor un desliz; sin embargo, existen motivos para reconocer una transformación histórica y, por ende, la veracidad del texto. Tal como se puede observar, sobre las ventanas grandes que iluminan el atrio permanece un friso totalmente horizontal, pero de perfil extraño que no llega a ser una nacela y que podría ser un remiendo de un elemento alterado (fig. 8). Por otro lado, sobre este friso se halla una serie de ventanitas superiores de forma rectangular que resultan innecesarias al contar el atrio con los grandes ventanales inferiores. De hecho, el modelo de sala de abluciones ante el que nos encontramos se manifiesta en otros casos como, por ejemplo, la otra mīḍāʾa almohade situada en al-Andalusiyyīn, donde por encima de los ventanales se encuentra directamente el techo de carpintería. Finalmente, contamos con la observación de Terrasse, quien asegura que antes de una de las restauraciones todavía se apreciaban restos de adarajas.27Terrasse, Mosquée al-Qaraouiyin, 56. Por todo ello, creemos importante contemplar la posible existencia de una bóveda de mocárabes previa que arrancaría en el nivel del friso, confiriendo así sentido a las ventanitas superiores, que, como ocurre en algunas ocasiones, sirven para ventilar la cámara de aire situada entre la bóveda de mocárabes y el techo de madera superior. Se desconoce el motivo de la desaparición, pero, de ser así, la cubrición del atrio habría sido reemplazada por una armadura superior asentada en la parte más alta. En cualquier caso, no parece descabellada la posibilidad de emplear mocárabes de yeso desde un primer momento, pues un taller experimentado ya había levantado las célebres bóvedas de la inmediata mezquita al-Qarawiyyīn.

media/1392_006.jpg
Fig. 6. Al-Qarawiyyīn. Sala de abluciones. Vista interior del atrio desde el corredor de acceso (Íñigo Almela). 
media/1392_007.jpg
Fig. 7. Al-Qarawiyyīn. Sala de abluciones. Vista de la pila central (Íñigo Almela). 
media/1392_008.jpg
Fig. 8. Al-Qarawiyyīn. Sala de abluciones. Vista general del atrio con los distintos niveles de ventanas. En la parte inferior pequeños vanos arqueados para iluminar las cabinas; en la parte intermedia, grandes ventanales para iluminar el atrio; y, en la parte superior, serie de pequeñas ventanas de formato rectangular situadas entre el friso-nacela y la armadura (Íñigo Almela). 

En tercer lugar, al-Ǧaznāʾī también muestra otro detalle de menor escala y cuya existencia queda demostrada. Se trata de las parejas de hojas batientes que cerraban cada cabina y de las que permanecen todavía las gorroneras en los dinteles de madera, aunque todas las puertas han sido reemplazadas hoy por piezas de bisagra (fig. 9).

media/1392_009.jpg
Fig. 9. Al-Qarawiyyīn. Sala de abluciones. Detalle del dintel sobre el vano de una cabina-letrina y huella de gorroneras (Íñigo Almela). 

Ahora bien, especial relieve cobran también aquellos elementos conservados y que, por sus características artísticas y técnicas, pueden asociarse con el periodo almohade. Por un lado, se encuentra el grupo de 11 ventanales que iluminan el atrio y que, a pesar de consistir en vanos adintelados con vigas de madera, cuentan con finos arcos decorativos de yeso (fig. 10). Estos carecen de yeserías superficiales, consistiendo únicamente en arcos de perfil lobulado trazados con formas vegetales. Y, por otro lado, la pieza más notable del edificio es posiblemente la armadura conservada, que parece no haber suscitado ningún interés hasta ahora. De hecho, aun considerando que pudo sustituir a la antigua bóveda de mocárabes, sus características ornamentales animan a pensar que se trata igualmente de una obra almohade.28Otra interpretación alternativa es que la bóveda de mocárabes sea posterior a la armadura, bien del periodo almohade o meriní, lo que igualmente habría permitido a al-Ǧaznāʾī (siglo XIV) documentarla. No obstante, esta posibilidad no parece sensata en términos arquitectónicos porque en ese caso la armadura se habría construido en un primer momento a una cota mucho más alta de lo normal e incluyendo la serie de pequeñas ventanitas superiores. Su diseño consiste en una armadura de par y nudillo con limas moamares, arrocabe, tirantes de doble sección, canes, cuadrales, tablazón con labor de menado y almizate apeinazado (fig. 11). Todos estos elementos pueden ser comunes de un gran intervalo de tiempo en España y Marruecos entre los siglos XII y XVI; no obstante, son algunos detalles, además del origen almohade del edificio, los que podrían servir para asociar la armadura con dicho periodo. Por un lado, los arquillos vegetales que decoran los tirantes y aliceres, cuya factura es mucho más elemental y mesurada que lo conocido posteriormente en la arquitectura meríni,29Un ejemplo contemporáneo podrían ser los aliceres de la mezquita almohade de Sevilla (Jiménez y Jiménez, «Arqueología y conservación»). y, por otro, los peinazos del almizate, que presentan una semejanza notable con algunas armaduras de la Kutubiyya.30Almagro y Jiménez, «Kutubiyya Mosque», 277; Nuere, «Carpintería de lazo», 509-511. En cualquier caso, esta armadura merece en el futuro un análisis más exhaustivo que, por medio de la comparación, permita justificar su adscripción almohade.

Finalmente, para concluir con este edificio, cabe mencionar la sofisticada instalación hidráulica descrita por al-Ǧaznāʾī, que, renovada en el curso de la última restauración, ha sustituido los antiguos surtidores de agua y piletas con los que contaba cada cabina por grifos y lavabos de producción industrial. Con todo, la cabina situada en el ángulo sureste todavía sigue conservando hoy un registro al antiguo sistema de suministro hidráulico desde el que se distribuía el agua a todas las tomas del edificio. Tal como se conoce a partir de otras salas de abluciones excavadas arqueológicamente, estos edificios necesitan superponer dos circuitos hidráulicos indispensables. Por un lado, el suministro de agua limpia, que en nuestro caso provee a la pila central, las piletas individuales y las fuentes ornamentales. Y, por otro lado, el sistema de evacuación que recoge las aguas sucias. A este respecto, resulta obvio que el primero discurría a un nivel ligeramente próximo a la superficie del suelo a partir de atanores, mientras que el segundo lo hacía a una cota más profunda para evitar filtraciones que comprometiesen la calidad del agua limpia. De tal modo, el agua rebosaba de la pila central y era recogida por un colector con el que se daba comienzo al sistema de evacuación general (salūqiyya). Este fluía por debajo de las letrinas describiendo un circuito rectangular por el que se recogían y arrastraban los desechos para después salir del edificio y desembocar en la red de saneamiento urbana que discurre bajo las calles.31Madani, «Eau monde musulman», 127. En este sentido, Fez mantuvo de forma tradicional hasta el siglo XX un gremio especializado, conocido como qwādsiyya, que se encargaba del cuidado y mantenimiento de la compleja red urbana de suministro, saneamiento y evacuación.32Allouche, «Plan de canalisations». Asimismo, este aspecto de la gestión urbana ha generado continuamente situaciones conflictivas, lo que ha requerido la formulación de diversas fetuas (Vidal, «Agua y urbanismo»).

media/1392_010.jpg
Fig. 10. Al-Qarawiyyīn. Sala de abluciones. Ventanales de iluminación con arquillos de yeso y perfil lobulado-vegetal (Íñigo Almela). 
media/1392_011.jpg
Fig. 11. Al-Qarawiyyīn. Sala de abluciones. Armadura (Íñigo Almela). 

3. MĪḌĀʾA DE LA MEZQUITA AL-ANDALUSIYYĪN

 

En el caso de la mezquita al-Andalusiyyīn, se sabe gracias a las fuentes escritas que el edificio experimentó en el periodo almohade una importante remodelación que, en gran medida, le ha conferido su aspecto actual.33Terrasse, Mosquée des Andalous, 24. Así, el califa Muḥammad al-Nāṣir ordenó entre los años 600 y 604 H (1203/1204-1207/1208), además de la reforma y/o ampliación del oratorio, la construcción de una puerta monumental, varias fuentes y una sala de abluciones (dār al-wuḍūʾ). De todo ello, el conjunto formado por elementos hidráulicos parece que constituyó una parte importante de la obra del califa y fue acompañada de una infraestructura de suministro hidráulico. Asimismo, de forma complementaria en este periodo, el sayyid Yaḥyà también emprendió una pila y un surtidor en el frente norte del patio. Sin embargo, parece que el suministro sufrió una desarticulación al final del periodo almohade o principios del meriní, situación que fue subsanada en primer lugar con agua del río Maṣmūda, y después con la restitución de la fuente y canalización original por parte del sultán meriní Abū Ṯābit, quien además pudo construir en el año 707 H (1307-1308) una de las fuentes que se hallan en el patio de la mezquita.34Los textos atribuyen estas fuentes a varios gobernantes de distintos periodos, pero en algunos casos se podría tratar de reformas.

En lo que respecta a la sala de abluciones, esta no fue la primera en construirse durante el periodo almohade, pues entre 1180-1202 ya pudo levantarse la descrita en al-Qarawiyyīn. De hecho, aunque esta otra sala parece que no estuvo impulsada por el poder, sino desde la beneficencia de un particular, pudo constituir un referente notable para la mīḍāʾa de al-Andalusiyyīn. En este sentido, al-Ǧaznāʾī, autor de Ǧanà Zahrat al-Ās, ya señala su semejanza, siendo esta una observación que aún hoy se percibe:

En el año 600 H (1203-1204) se notificó a al-Nāṣir, el almohade, que [la mezquita] necesitaba una reforma (iṣlāḥ) y construcción (bināʾ). Entonces, [al-Nāṣir] ordenó la construcción de la gran puerta (al-bāb al-kabīr) septentrional (…). En el año 604 H (1207-1208), el príncipe de los Creyentes, al-Nāṣir, ordenó también la construcción de una fuente (siqāya), una entrada para el oratorio de mujeres y, sobre ambas construcciones, una maṣriyya para los imanes de la mezquita.35Actualmente se conserva una antigua maṣriyya reservada para el imam en la esquina noroeste de la mezquita, volando sobre la calle. Esto es a la derecha de la puerta escalonada, por el exterior, y cerca de aquella, la sala de abluciones (dār al-wuḍūʾ), que está emparejada [por su semejanza] con aquella que se encuentra en la mezquita al-Qarawiyyīn. La pila (bīla) y el surtidor (ḫaṣṣa) situadas al norte del patio, que se asemejan también a aquellas de al-Qarawiyyīn, fueron ordenadas disponer por el sayyid Yaḥyà, descendiente de los califas almohades, gastando en ello su riqueza. La mezquita permaneció así hasta que hubo un defecto en el techo y en un grupo de sus pilares, por lo que su ḫaṭīb, el šayḫ piadoso Muḥammad b. Abī al-Qāsim Ibn M*sūna, hizo llegar el asunto de esta mezquita al Príncipe de los Creyentes Abū Yaʿqūb [Yūsuf], quien ordenó en el año 695 H (1295-1296) la reforma a la que responde el edificio ahora. Al-Nāṣir, el almohade, había conducido el agua [para la mezquita] desde un nacimiento (ʿayn) situado fuera de Bāb al-Ḥadīd, pero [la captación] se volvió defectuosa, así que se trajo agua desde el arroyo Maṣmūda hasta que el Príncipe de los Musulmanes, Abū Ṯābit ʿĀmr, asumió la autoridad y ordenó conducir el agua desde el nacimiento situado fuera de la puerta de Bāb al-Ḥadīd, así como también construyó en el año 707 H (1307-1308) la fuente (siqāya) que hay en el lado occidental del frente norte [de la mezquita].36Al-Ǧaznāʾī, Ǧanà Zahrat al-Ās, 92-93.

Por su parte, y de forma complementaria, la crónica anónima al-Ḏaḫīra al-saniyya fī tārīḫ al-dawla al-marīniyya se refiere de forma concisa a la sala de abluciones y la fuente exterior, coincidiendo con al-Ǧaznāʾī en la autoría y datación de las obras: «[en el año 604 H (1207-1208)] ordenó al-Nāṣir la construcción de la sala de abluciones (dar al-wuḍūʾ) y la fuente que hay frente a la mezquita de al-Andalus en la ciudad de Fez (…). Allí también abrió la gran puerta escalonada al norte del patio de la mezquita».37Al-Ḏaḫīra al-saniyya, 42.

Por último, otra fuente que de nuevo aporta información sobre estas obras y permite contrastar los datos anteriores es Rawḍ al-qirṭās de Ibn Abī Zarʿ, quien mantiene los mismos testimonios, elementos y fechas, pero muestra un mayor interés por las ejecuciones meriníes:

En lo que respecta a la mezquita de al-Andalus, permaneció tal como estaba construida y sin ningún añadido hasta el año 600 H (1203-1204), cuando el Príncipe de los Creyentes Muḥammad al-Nāṣir ordenó su construcción, reformar y restauración de todo lo que se había derrumbado en ella. Además, ordenó abrir la gran puerta septentrional y escalonada que se encuentra en su patio, así como también hizo la pila de mármol rojo que hay a sus pies. Igualmente, ordenó construir la fuente (siqāya) y la mīḍāʾa, trayendo el agua hasta cada una de ellas desde fuera de Bāb al-Ḥadīd, una de las puertas de la ciudad. En cuanto al surtidor (ḫaṣṣa) y la pila (bīla) que hay en el patio, fue el sayyid Yaḥyà, descendiente de los califas almohades, quien ordenó su construcción utilizando para ello su propia riqueza y lo hizo de la mano de su creador Abī Šāma al-Ǧabbās. La mezquita continuó tal cual hasta el año 695 H (1295-1296), cuando, debido a los muchos defectos, su ḫaṭīb e imán, el šayḫ alfaquí, piadoso, ilustre y bendito, Muḥammad b. M*sūna se lo hizo saber al Príncipe de los Musulmanes Yūsuf, hijo del Príncipe de los Musulmanes Yaʿqūb b. ʿAbd al-Ḥaqq (…). Entonces [el ḫaṭīb] ejecutó su orden de reformar [la mezquita] y la reparó renovando una gran parte de ella con la ayuda del dinero de los habices. En cuanto al surtidor, la pila, la fuente y la mīḍāʾa, funcionaron con el agua traída desde fuera de Bāb al-Ḥadīd hasta que [esta canalización] se arruinó en los años de la hambruna y desaparecieron sus restos. Entonces se compensó trayendo agua del río (nahr) Maṣmūda,38Se conoce con este nombre un importante canal de agua que entraba junto a Bāb al-Šubbāk y atravesaba por completo la orilla de al-Andalusiyyīn pasando por su aljama. Así se muestra en el plano de Orthlieb de 1913, aunque actualmente este enclave ha sido radicalmente transformado. Como indica Madani, era uno de los principales suministros de esta parte de Fez y fue objeto de conflictos, como refleja una fetua recogida por al-Wanšarīsī en la que se menciona el suministro de numerosas cisternas, pozos, canales, abrevaderos, jardines y letrinas (Madani, «Réseau hydraulique»137; Madani, «Eau monde musulman», parte 2, 57). que no cesó hasta que llegó al gobierno el Príncipe de los Musulmanes Abū Ṯābit (…), quien restituyó el abastecimiento de agua para la mezquita desde el nacimiento que anteriormente había utilizado al-Nāṣir el almohade. Este había quedado cubierto, por lo que lo renovó aprovechando sus restos hasta que llegó [el agua] a la mezquita y fluyó por el surtidor, la fuente y la pila como antaño. El encargado de su construcción y supervisión fue el alarife Aḥmad al-Ǧayyānī [¿el Jienense?] en el año 707 H (1307-1308), cubriéndose los gastos derivados de ello con dinero del bayt al-māl.39Ibn Abī Zarʿ, Al-Anīs al-muṭrib, 76-77.

Con todo, la cuestión del abastecimiento hidráulico no llega a quedar totalmente clara, resultando así ambigua la razón por la que falló el primer suministro.40Hay más de un siglo de separación entre las obras almohades y las crónicas meriníes que las retratan, por lo que es lógico que los relatos hayan perdido orden y rigurosidad en sus detalles. Según un cronista se intuye que fue debido a una posible falta de caudal, mientras que para el otro fue consecuencia del abandono y ruina durante la hambruna.

No obstante, si para la mīḍāʾa de al-Qarawiyyīn las crónicas proporcionan una descripción arquitectónica bastante prolija, no es el caso de al-Andalusiyyīn, donde, el edificio únicamente puede ser conocido por medio de la estructura conservada actualmente. De hecho, a favor de reconocer esta última con la supuesta mīḍāʾa almohade, postulan, por ejemplo, las referencias que señalan las fuentes de su ubicación con respecto a la mezquita, así como su semejanza con la sala de al-Qarawiyyīn, tal como reclama al-Ǧaznāʾī.

La sala de abluciones en cuestión se halla al norte de la mezquita y queda separada de ella por medio del espacio público, concretamente la calle ascendente que de forma abocinada aumenta su anchura a medida que se aproxima a la puerta principal de la mezquita (fig. 12). Además, en este punto la esquina formada por la mezquita cuenta con una fuente (siqāya) frente a la mīḍāʾa y se deriva una calle menor que tiende a rodear la mezquita y estructurar las manzanas colindantes. Por consiguiente, tanto la fuente como la puerta de la mīḍāʾa se encuentran en una posición altamente transitada y visible, aunque a expensas de la puerta principal de la mezquita.

media/1392_012.png
Fig. 12. Al-Andalusiyyīn. Plano general de la mezquita con la sala de abluciones (Antonio Almagro e Íñigo Almela). 

En cuanto al acceso de la mīḍāʾa, es reconocible gracias a un portal con un arco túmido y trasdosado por un arco lobulado de doble serie, si bien los detalles del entrelazado y del aparejo de ladrillo han quedado ocultos por un enfoscado liso (fig. 13). Además, siguiendo la composición habitual, la portada cuenta con un alfiz, pilastras laterales (la derecha se muestra mutilada) y un tejado superior. En primer lugar, este portal da paso a un vestíbulo exterior de planta trapezoidal en el que se produce el abatimiento de las dos hojas de la puerta y, a continuación, siguiendo un eje ligeramente quebrado, se ingresa en un segundo vestíbulo ceñido entre dos vanos adintelados que permite alcanzar finalmente el interior de la sala (fig. 14). Con respecto al primer vestíbulo, resultaría conveniente analizar su origen, pues es posible que no fuese proyectado en la fase fundacional, sino posteriormente. En este sentido, el hecho de la duplicidad del vestíbulo, sumada a las discordancias compositivas, sugiere la posibilidad de que el módulo exterior fuese añadido ante la proliferación de tiendas y estructuras en la alineación de la calle. O bien, la hilera de tiendas (con la alineación actual) ya pudo existir con anterioridad y el edificio fue proyectado de forma retranqueada con un acceso que protegía sutilmente de las vistas exteriores.

media/1392_013.jpg
Fig. 13. Al-Andalusiyyīn. Sala de abluciones. Vista exterior de la puerta (Antonio Almagro). 
media/1392_014.jpg
Fig. 14. Al-Andalusiyyīn. Sala de abluciones. Planta (Antonio Almagro). 

En líneas generales, el edificio consiste en un atrio central de planta rectangular de 9 x 5,60 m en torno al cual se disponen cuatro crujías que acomodan en su interior las cabinas o letrinas (bayt). En total se reconocen 17 cabinas que, junto con el vestíbulo, están repartidas de forma simétrica. De este modo, se hallan cuatro vanos en los frentes menores y cinco en los mayores. Sin embargo, estas crujías circundantes no presentan una regularidad absoluta, pues en tres de los frentes los muros exteriores no son paralelos al atrio rectangular, lo que confiere en algunos casos cabinas trapezoidales. En cuanto a las cabinas, están abovedadas con roscas paralelas a los muros del atrio y sus claves alcanzan 4,60 m de altura, en tanto que hacia el atrio cada una presenta una puerta y una ventana superior. Las puertas cuentan con una luz estrecha (0,65 m) y un arco túmido decorativo que está realizado con yeso, ocultando así el dintel de madera. Por su parte, las ventanas son ligeramente más amplias y están resueltas con arcos de medio punto más sólidos.

En cuanto al atrio, goza de una mayor altura que genera un espacio distinguido, aspecto que se enriquece con la apertura de ventanas adinteladas superiores que garantizan la iluminación y ventilación del edificio (fig. 15). Se trata de tres vanos en los lados menores y cinco en los lados mayores, si bien en el lado sureste estos han sido cegados probablemente por el crecimiento en altura de los edificios adyacentes, mientras que en el lado suroeste cuentan con un tacón de fábrica retranqueado que, seguramente, se construyó en algún momento ante la mayor altura de la azotea colindante y para evitar así un conflicto con la evacuación pluvial (figs. 16 y 17). Según Terrasse, quien dio a conocer esta mīḍāʾa por primera vez, pero nunca abordó su documentación, apunta que existían restos de yeserías en los arcos y, de hecho, la fotografía que publicó muestra arquillos de yeso de poco espesor en estas ventanas superiores.

media/1392_015.jpg
Fig. 15. Al-Andalusiyyīn. Sala de abluciones. Secciones (Antonio Almagro). 
media/1392_016.jpg
Fig. 16. Al-Andalusiyyīn. Sala de abluciones. Vista interior del atrio hacia el oeste (Antonio Almagro). 
media/1392_017.jpg
Fig. 17. Al-Andalusiyyīn. Sala de abluciones. Vista interior del atrio con las puertas y ventanas de las cabinas (Antonio Almagro). 

Ahora bien, los muros que conforman el atrio alcanzan en sus lados mayores 7,15 m de altura, nivel al que se encuentra una nacela perimetral por los cuatro lados. Si se compara con la arquitectura del periodo, esta dimensión resulta en cierto modo significativa a nivel estructural, especialmente si el atrio está, además, cubierto con una gran armadura. Por este motivo, al nivel de las ventanas superiores se puede observar la presencia de muros transversales que atraviesan las crujías circundantes a modo de contrafuertes y aumentan así la estabilidad de la gran linterna. Asimismo, además de las anteriores, se hallan dos ventanas adicionales situadas respectivamente en la parte superior de los muretes que cierran los lados menores bajo el almizate. Una de estas mostraba antes de la última restauración restos de un arco de herradura (fig. 18) que ha sido eliminado41En líneas generales, las restauraciones del último siglo no tienen por qué haber alterado drásticamente la configuración de las edificaciones, pero sí han mostrado una falta de sensibilidad en la preservación de detalles originales como los restos de adaraja observados por Terrasse, los arquillos de yeso que decoraban las ventanas, las techumbres de madera o las formas geométricas de algunos vanos..

media/1392_018.jpg
Fig. 18. Al-Andalusiyyīn. Sala de abluciones. Vista interior del atrio antes de la última restauración (Íñigo Almela). 

En cuanto a la armadura que cubre el atrio, esta consiste en una obra de par y nudillo con alicer, alfardones y menados muy sencillos y, además, cuenta con cuatro tirantes de sección gruesa dispuestos sobre parejas de canes con cabeza circular (fig. 19). Finalmente, el almizate de la armadura cuenta en sus tres calles centrales con un cupulín de mocárabes sobre una base octogonal. Sin embargo, resulta llamativo que, aunque los tirantes se distribuyen de forma regular, uno de ellos se halla yuxtapuesto al muro noroeste de forma asimétrica, aspecto que se suma a las sospechas de que esta cubierta no sea original y responda a una reforma. De hecho, también se reconoce la presencia de un alicer labrado con series de arcos en el lado sureste, siendo este el único costado que lo ha conservado. Si bien, sus características parecen más desarrolladas que las labras de los aliceres en la sala de abluciones de al-Qarawiyyīn, posiblemente por pertenecer a un momento más avanzado.

media/1392_019.jpg
Fig. 19. Al-Andalusiyyīn. Sala de abluciones. Armadura (Antonio Almagro). 

Por último, y consecuentemente con su función principal, este edificio no puede carecer de servicio para las abluciones menores. De este modo, el centro del atrio está ocupado por una gran pila rectangular construida con piedra roja de Sefrou (fig. 20). La pila, que almacena el agua limpia, presenta un labio curvo sobre sus paredes interiores y sus muretes son recorridos exteriormente por un canal de sección rectangular al que se vierten, durante la ablución, las aguas utilizadas. Finalmente, este canal queda a su vez rodeado por un borde de piedra roja ligeramente sobresaliente con respecto al nivel del suelo, aunque originalmente el pavimento circundante quedaría aún más bajo, como se puede ver en fotografías antiguas.

media/1392_020.jpg
Fig. 20. Al-Andalusiyyīn. Sala de abluciones. Vista de la pila central (Antonio Almagro). 

4. RECORRIDO POR LASMĪḌĀʾA-S DEL OCCIDENTE ISLÁMICO

 

Como ya se ha señalado, a partir de estos dos casos de estudio se puede advertir que la sala de abluciones constituye uno de los equipamientos más relevantes de las ciudades islámicas medievales, donde suele acompañar a los grandes edificios religiosos y procura un servicio imprescindible para la comunidad. Con respecto al Magreb y al-Andalus, se conoce la existencia de mīḍāʾa-s en la proximidad de las mezquitas desde época omeya, e incluso anexadas a madrasa-s desde el siglo XIV.

En primer lugar, debe señalarse la mīḍāʾa oriental de la mezquita aljama de Córdoba, presumiblemente atribuible a Almanzor y uno de los ejemplos más antiguos cuyos restos se han conservado.42Esta aljama contó con otras salas de abluciones, pero solo esta se ha excavado arqueológicamente (Montejo, «Pabellón de abluciones», 209-231). A pesar de haber perdido la compartimentación de las cabinas, se puede advertir su organización gracias al basamento y las conducciones subterráneas, que evidencian un precedente muy claro para las mīḍāʾa-s posteriores, es decir, un edificio rectangular con las cabinas situadas, posiblemente, en los márgenes y con un colector continuo que discurre bajo ellas.

Sin embargo, si hay un ejemplo que destaca significativamente es la mīḍāʾa almorávide asociada a la mezquita de Ibn Yūsuf en Marrakech y levantada por el emir ʿAlī ibn Yūsuf (1106-1143). En efecto, se trata del ejemplo magrebí más y mejor estudiado, ya que no solo fue excavado arqueológicamente a mediados del siglo XX, sino que, además, se conserva en bastante buen estado de conservación, lo que hace de ella un referente notable y al mismo tiempo uno de los pocos testimonios arquitectónicos almorávides.43Meunié, Terrasse y Deverdun, Nouvelles recherches, 6-20; Marcos, Almorávides, 146-158; Deverdun, Marrakech, 415-416; Almagro, «Arquitectura religiosa», 183-188. El edificio consiste en un patio rectangular (13,75 m x 9,37 m) rodeado por cuatro crujías regulares de letrinas, pero a su vez presidido por un pabellón central que cubría de forma distinguida la pila de agua, constatando ya así la suntuosa cúpula un claro ejemplo de sala de abluciones monumental. Además, el edificio formaba parte de un conjunto hidráulico en el que se incluía una fuente-abrevadero y un aljibe, siendo este último el que regulaba el suministro de las otras dos estructuras. Por contraparte, un sistema de atarjeas evacuaba las aguas sucias de la pila y las letrinas.

A continuación, los siguientes ejemplos a considerar serían precisamente las dos mīḍāʾa-s almohades expuestas en el presente trabajo, siendo estas el primer modelo conocido con atrio central cubierto. En este sentido, aunque no se pueden plantear juicios prematuros, debido a los pocos casos conocidos, se aprecia de nuevo la valoración general que se tiene de la arquitectura almohade, pues mantiene en gran medida arquetipos y recursos ornamentales almorávides, pero siempre contribuyendo de forma innovadora en su desarrollo. Ahora bien, para este periodo hay otro ejemplo que se encuentra en Sevilla, donde fue posible excavar una sala junto a la antigua aljama almohade.44Vera, «Mida de la aljama», 161-166; Vera, «La Mīḏā’», 107-109. A pesar de que solo se conocieron los cimientos, los restos evidencian de nuevo una planta rectangular con un colector perimetral sobre el que se hallarían las letrinas, mientras que en el centro se advierte un gran espacio libre dotado con dos fuentes octogonales para abluciones. De tal modo, las huellas conservadas no son suficientes para saber si el edificio acogió un atrio cubierto o un patio en el centro, aunque sí es posible contemplar que el edificio estuvo dividido en dos sectores por un corredor de acceso.45Su documentación, así como las posibles hipótesis de interpretación, fueron plasmadas gráficamente por Antonio Almagro en el atlas ATARAL: «Mīḍāʾa de la mezquita aljama de Sevilla» (fecha de consulta 25 de mayo de 2024, https://www.ataral.es/inventario.php?id=mida-aljama-sevilla#&gid=1&pid=386_02).

A continuación, si hay un periodo en el que proliferaron las mīḍāʾa-s en el Magreb es precisamente el ocupado por la dinastía meriní que, como heredera directa de los almohades, destacó por haber desplegado una intensa actividad edilicia principalmente concentrada en las ciudades del norte (Fez, Taza, Meknés, Rabat, Salé y Tremecén). Por consiguiente, debemos subrayar que son numerosos los ejemplos meriníes que han sobrevivido hasta nuestros días y que, además, siguen en uso. Para este periodo se generaliza la constitución de la mīḍāʾa como un anexo indispensable de mezquitas y madrasas, así como por supuesto en los conjuntos religiosos que engendró esta dinastía. Por ejemplo, en las mezquitas de Abū al-Ḥasan46Maslow, Les mosquées de Fès, 80-85. y al-Zahr en Fez,47Maslow, Les mosquées de Fès, 65-68; Almela, Al-Madīna al-Bayḍāʾ, 352-355. se puede observar cómo la mīḍāʾa se yuxtapone a la mezquita formando parte del mismo edificio y estableciendo entre sí una comunicación interna, solución que también se puede apreciar en madrasas como al-Ṣaffārīn,48Terrasse, Médersas du Maroc, 18; Golvin, Madrasa médiévale, 216-217; Ettahiri, «Madrasas marinides», 73-99. al-Ṣihrīǧ,49Terrasse, Médersas du Maroc, 19-20; Golvin, Madrasa médiévale, 219-225; Ettahiri, «Madrasas marinides», 114-142. al-Miṣbāḥiyya50Terrasse, Médersas du Maroc, 20-21; Golvin, Madrasa médiévale, 234; Ettahiri, «Madrasas marinides», 222-246. o al-ʿAṭṭārīn.51Terrasse, Médersas du Maroc, 21-23; Golvin, Madrasa médiévale, 230; Ettahiri, «Madrasas marinides», 158-220. Todas ellas funcionan como patios sencillos con pila central rodeados por letrinas, si bien en algún caso parece tratarse de antiguos atrios que han perdido la cubierta, lo que puede advertirse por el segundo orden de ventanas que suelen iluminar a modo de linterna. Por otro lado, existen ejemplos situados dentro de otro edificio, como la zāwiya de al-Nussāk,52Meunié, «Zaouiat en Noussak», 129-146; Ettahiri, «Nouvelles remarques», 289-310; Almela, «Zāwiya en época meriní», 52-56. donde la posibilidad de crear un edificio aislado y sin condicionantes urbanos a su alrededor permitió generar un plano extremadamente regular en el que la mīḍāʾaqueda perfectamente integrada. No obstante, por su estado de ruina se desconoce si se trataba de un atrio cubierto o un patio abierto. Asimismo, también se puede señalar el caso de sala de abluciones adosada a una mezquita más antigua, como es el caso de Agmat, donde se excavó un pabellón que posiblemente estuvo cupulado en origen.53Fili, Belatik y Ettahiri, Aghmat, 46-47.

Por su parte, en los proyectos de mayor magnitud como la Mezquita Mayor de Fez la Nueva54Maslow, Les mosquées de Fès, 38-53; Almela, Al-Madīna al-Bayḍāʾ, 289-292. o la mezquita al-Ḥamrāʾ,55Maslow, Les mosquées de Fès, 54-64; Almela, Al-Madīna al-Bayḍāʾ, 324-330. que engloban numerosos anexos, la mīḍāʾa es un edificio aislado, pero bien implantado en el tejido urbano. De ambos casos sobresale la sala de abluciones de al-Ḥamrāʾ por funcionar como un atrio esbelto en altura y cubierto con una bóveda de siete paños. Sin embargo, entre los ejemplos meriníes, destaca la mezquita-madrasa de Abū ʿInān, en la que se construyeron dos salas de abluciones: una de tipo patio dentro del propio edificio y otra aislada en el lado opuesto de la calle, siendo probablemente este el caso más monumental de todos los meriníes por las dimensiones del atrio central y la composición de sus fachadas interiores.56Marçais, Architecture musulmane, 286-290; Terrasse, Médersas du Maroc, 24-29; Golvin, Madrasa médiévale, 245-247; Ettahiri, «Madrasas marinides», 248-293; Ettahiri, «La Bu’inaniya», 474-476. Asimismo, el conjunto de Sīdī Abū Madyan57Marçais, Monuments arabes, 224-284; Marçais, Architecture musulmane, 276 y 291; Golvin, Madrasa médiévale, 202-205; Charpentier, Terrasse, Negadi, L’image de Tlemcen, 117; Tuil, «Inhumation et baraka», I: 113-118 y II: 30-31; Tuil, «Culte des saints»; Charpentier, Tlemcen médiévale, 90-98, 131-133 y 147-148., en Tremecén, fundado por Abū al-Ḥasan (1331-1351), incluye una mīḍāʾa independiente y otra adosada a la madrasa. La primera de ellas es en cierto modo singular dentro del elenco enumerado, pues está diseñada siguiendo un formato cuadrado con un pequeño atrio central que fue cubierto con una cúpula ochavada. Y, de forma contemporánea a la etapa final del periodo meriní (siglo XV), también se conoce un ejemplo monumental levantado por la dinastía hafsí en Túnez. La conocida como Mīḍāʾat al-Sulṭān sigue un modelo totalmente ajeno a lo visto hasta ahora, pues las funciones están separadas en dos sectores diferenciados: un primer patio de gran tamaño alberga la fuente de abluciones, mientras que otro patio menor articula el conjunto de letrinas.58Revault, «Deux mid’ as», 275-290; Daoulatli, Tunis sous les Hafsides, 213-221; Daoulatli, Mosquée Zitouna, 145-152.

Finalmente, para concluir esta secuencia de salas de abluciones monumentales en el Occidente islámico medieval, se pueden señalar varios ejemplos posteriores que fueron levantados en el siglo XVI por la dinastía saʿdí en Marrakech. A este respecto, aunque no tenemos constancia material de mīḍāʾa-s almohades en la ciudad, parece que los grandes complejos de al-Muwāssīn y Bāb Dukkāla reutilizaron un diseño de tradición local presente en la mīḍāʾa almorávide,59Almela, Arquitectura religiosa saadí, 89-92 y 122-124; Almela, «Dos complejos», 332-336 y 365-367. si bien optaron por un pabellón de planta oblonga y cubierto con una armadura apeinazada. Por otro lado, en la madrasa Ibn Yūsuf se recurrió al racionalismo meriní de al-Nussāk para integrar la mīḍāʾa en el edificio, en tanto que el espacio se resolvió como una simbiosis de atrio y pabellón central.60Almela, «Madraza Ibn Yūsuf», 410-412.

5. CONCLUSIONES

 

El propósito de este trabajo ha girado en torno a dos aspectos principales: por un lado, la adscripción almohade de ambas salas de abluciones y, por otro, su caracterización arquitectónica. Con respecto al primero, la conjugación de fuentes materiales y textuales ha permitido advertir con bastante probabilidad que los dos edificios corresponden con los proyectos presentados por las crónicas, si bien no se pueden pasar por alto las trasformaciones compositivas sustanciales y las pérdidas de elementos significativos. De hecho, la coincidencia de las descripciones de al-Ǧaznāʾī con las salas actuales, la semejanza que este autor identifica entre ambas salas y el evidente parecido que hoy en día se mantiene, empujan a considerarlo así. Por su parte, en cuanto al segundo aspecto, la documentación arquitectónica ha permitido reconocer, por primera vez, su fisionomía, así como advertir sus posibles transformaciones (techos sobre el atrio) y mostrar su lugar dentro de la arquitectura almohade y del Occidente islámico.

De tal modo, pese a su función ordinaria y modesta no hay duda de que estas salas se erigieron, aparte de con el cometido de servir a los fieles, como edificios suntuosos a través de los cuales expresar una gran capacidad arquitectónica. Y, además, aunque pueda parecer que una creación de estas características solo puede responder a la empresa infalible del soberano o las élites, lo cierto es que el ejemplo situado junto a la mezquita al-Qarawiyyīn muestra una obra caritativa por iniciativa particular. A este respecto, ya sea una obra estatal o particular, los fragmentos traducidos de crónicas, en sinergia con la información arqueológica que se desprende de otros ejemplos, también han constituido una fuente significativa para conocer detalles sobre el complejo sistema hidráulico de una sala de abluciones, comprendiendo este su aprovisionamiento y evacuación. Así, el refinamiento de la infraestructura es notable, pues no solo se limita a canalizar el agua hasta un punto, sino también generar una ramificación de derivaciones con distintos caudales para atender varias funciones (pila central de abluciones, fuente potable, puntos de servicio individuales en las cabinas, surtidores ornamentales). Por contra, también queda en evidencia la fragilidad del sistema ante cualquier fallo del suministro, pues las fuentes y canalizaciones pueden verse afectadas por causas naturales o avatares históricos.

Por último, un repaso por los ejemplos conservados del Occidente islámico manifiesta la continuación de una tradición bastante homogénea que realmente ha sido permeable a pocas innovaciones. Desde el siglo X hasta la Edad Moderna, el modelo de mīḍāʾa ha estado articulado por un espacio central que compositivamente se puede materializar de tres formas: patio, patio con pabellón o atrio. Dado que son muchos los ejemplos que seguramente no han sobrevivido para ser documentados, especialmente aquellos más antiguos, resultaría sumamente equivocado tratar de relacionar cada periodo con una tipología. En lo que respecta a las dos salas almohades aquí estudiadas, bien es cierto que son las primeras conocidas que presentan un atrio central cubierto, pero no se puede precisar si este arquetipo ya existía con anterioridad. Por consiguiente, resulta imposible reconocer objetivamente este diseño como un eslabón en la evolución de las mīḍāʾa-s magrebíes, aunque sí que parece haber sido una solución arquitectónica distintiva del Fez almohade que, después, influyó en las destacadas obras meriníes.

Declaración de conflicto de intereses

 

el autor declara que no tiene intereses económicos ni relaciones personales que pudieran haber influido en el trabajo presentado en este artículo.

Fuentes de financiación

 

este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto de investigación «Atlas de Arquitectura Almohade (ATARAL)» (PID2019-111644GB-I00) del Programa Estatal de Generación de Conocimiento y Fortalecimiento Científico y Tecnológico del sistema de I+D+i.

Declaración de contribución de autoría

 

conceptualización, curación de datos, investigación, metodología, visualización, redacción - borrador original, redacción - revisión y edición.

6. BIBLIOGRAFÍA CITADA

 

6.1. Fuentes primarias

 

1 

Al-Ḏaḫīra al-saniyya. Al-Ḏaḫīra al-saniyya fī tārīḫ al-dawla al-marīniyya. Editado por ʿAbd al-Wahhāb b. Manṣūr. Rabat: Dār al-Manṣūr li-l-Ṭibāʿ a wa-l-Wirāqa, 1972.

2 

Al-Ǧaznāʾī, Abū al-Ḥasan ʿAlī. Zahrat el-Âs (La fleur du Myrte) traitant de la fondation de la ville de Fès par Abou-l-Hasan ‘Ali al-Djaznâi. Editado y traducido por Alfred Bel. Argel: Ancienne Maison Bastide Jourdan, 1923.

3 

Al-Ǧaznāʾī, Abū al-Ḥasan ʿAlī. Ǧanà Zahrat al-Ās fī bināʾ madīnat Fās [Kitāb zahrat al-ās fī bināʾ madīnat Fās]. Editado por ʿAbd al-Wahhābb. Manṣūr. Rabat: al-Maṭbaʿa al-Malakiyya, 1991.

4 

Al-Timbuktī, Aḥmad Bābā. Nayl al-Ibtihāǧ bi-taṭrīz al-dībāǧ. Editado por ʿAbd al-HamīdʿAbd Allāh al-Harāma. Trípoli: Dār al-Kātib, 2000.

5 

Ibn Abī Zarʿ, Abū al-Ḥasan ʿAlī b. ʿAbd Allāh. Al-Anīs al-muṭrib bi-rawḍ al-qirṭās fī aḫbār mulūk al-Maġrib wa-tārīḫ madīnat Fās. Editado por ʿAbd al-Wahhāb b.Manṣūr. Rabat: Dār al-Manṣūr li-l-Ṭibāʿa wa-l-Wirāqa, 1972-1973.

6.2. Referencias bibliográficas

 

6 

Allouche, Ichoua Sylvain. «Un plan de canalisations de Fès au temps de Mawlāy Ismaʿīl d’après un texte inédit, avec une étude succincte sur les ‘kwādsiya’». Hespéris 18 (1934): 49-63.

7 

Almagro, Antonio (dir.). ATARAL, Atlas de Arquitectura Almohade, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Fecha de consulta 25 de mayo de 2024, https://www.ataral.es.

8 

Almagro, Antonio. «Arquitectura religiosa almorávide». En Arqueología del al-Andalus almorávide, editado por Rafael Azuar Ruiz, 163-190. Alicante: Museo Arqueológico de Alicante, 2020.

9 

Almagro, Antonio y Alfonso Jiménez. «The Kutubiyya Mosque of Marrakesh Revisited». Muqarnas 39 (2022): 255-288.

10 

Almela, Iñigo. Arquitectura religiosa saadí y desarrollo urbano (Marrakech, siglos XVI-XVII). Granada: Editorial Universidad de Granada, 2021.

11 

Almela, Iñigo. «Dos complejos religiosos en torno a mezquitas». En Arquitectura sa’dí. Marruecos 1554-1659, editado por Antonio Almagro, 296-373. Madrid: CSIC, 2022.

12 

Almela, Iñigo. «La madraza Ibn Yūsuf de Marrakech». En Arquitectura sa’dí. Marruecos 1554-1659, editado por Antonio Almagro, 374-425. Madrid: CSIC, 2022.

13 

Almela, Iñigo. «La zāwiya en época meriní: el soberano piadoso y el caso revelador de al-Nussāk (Salé, Marruecos)». Anaquel de Estudios Árabes 33 (2022): 33-73. https://doi.org/10.5209/anqe.77645.

14 

Almela, Iñigo. Al-Madīna al-Bayḍāʾ (La Ciudad Blanca). Historia, arquitectura y urbanismo de la capital meriní. Granada: Editorial Universidad de Granada, 2024.

15 

Al-Tāzī, ῾Abd al-Hādī. Ǧāmiʿ al-Qarawiyyīn, 1 : 1. Beirut: Dār al-Kitāb al-Lubnānī, 1972-73.

16 

Benhima, Yassir. «Usages de bienséance et règles de pureté dans la littérature juridique de l’Occident musulman médiéval». Médiévales 70 (2016): 13-23.

17 

Benkheira, Mohammed Hocine. «La maison de Satan. Le hammâm en débat dans l’islam médiéval». Revue de l’histoire des religions 200, n.º 4 (2003): 391-443.

18 

Calvo Capilla, Susana. Las mezquitas de al-Andalus. Almería: Fundación Ibn Tufayl, 2014.

19 

Charpentier, Agnès, Michel Terrasse y S. Mohamed Negadi. L’image de Tlemcen dans les archives françaises. Catalogue de l’exposition. Tremecén: Tlemcen, 2011.

20 

Charpentier, Agnès. Tlemcen médiévale. Urbanisme, architecture et arts. París: Boccard, 2018.

21 

Cressier, Patrice, Sophie Gilotte y Marie-Odile Rousset. «Lieux d’hygiène et lieux d’aisance au Moyen Âge en terre d’Islam». Médiévales, 70 (2016): 5-12.

22 

Daoulatli, Abdelaziz. Tunis sous les Hafsides. Túnez: Institut National d’Archéologie et d’Art, 1976.

23 

Daoulatli, Abdelaziz. La Mosquée Zitouna. Tunis. Dix siècles d’architecture tunisienne. Túnez: Institut National d’Archéologie et d’Art, 2010.

24 

Deverdun, Gaston. Marrakech des origines à 1912. Rabat: Éditions Techniques Nord-Africaines, 1959-1966.

25 

El-Hajjami, Abdellatif. «Fès, labyrinthes souterrains des voies d’eau». En L’eau et le Maghreb, un aperçu sur le présent, l’héritage et l’avenir, 115-121. Milán: PNUD, 1988.

26 

Ettahiri, Ahmed S. «Les madrasas marinides de Fès. Étude d’histoire et d’archéologie monumentales». Tesis doctoral, Universidad París-Sorbonne, 1996.

27 

Ettahiri, Ahmed S. «Nouvelles remarques sur la zawiya mérinide d’al-Nussak à Salé». Bulletin d’Archéologie marocaine 21 (2009): 289-310.

28 

Ettahiri, Ahmed S. «La Bu’inaniya de Fès, perle des madrasas mérinides». En Le Maroc Médiéval. Un empire de l’Afrique à l’Espagne, editado por Yannick Lintz y Claire Déléry, 474-476. París: Hazan, 2014.

29 

Fili, Abdallah, Mohamed Belatik y Ahmed S. Ettahiri. Aghmat, passé rayonnant d’une cité marocaine. Rabat: Musée Bank Al-Maghrib, 2022.

30 

Golvin, Lucien. La madrasa médiévale. Aix-en-Provence: Edisud, 1995.

31 

Jiménez Sancho, Álvaro y Alfonso Jiménez Martín. «Arqueología y conservación: aliceres en la catedral de Sevilla». Arqueología de la Arquitectura 16 (2019): e090. https://doi.org/10.3989/arq.arqt.2019.012.

32 

Madani, Tariq. «Le réseau hydraulique de la ville de Fès». Archéologie islamique 8-9 (1999): 119-142.

33 

Madani, Tariq. «Evolution urbaine et réseau hydraulique de la ville de Fès». En Ciudad y Territorio en al-Andalus, Serie de Arqueologia Medieval, editado por Lorenzo Cara, 436-470. Granada: Athos-Pérgamos, 2000.

34 

Madani, Tariq. «L’eau dans le monde musulman médiéval: l’exemple de Fès (Maroc) et de sa région». Tesis doctoral, Lyon 2, 2003.

35 

Marçais, Georges. L’architecture musulmane d’occident: Tunisie, Algérie, Maroc, Espagne et Sicilie. París: Arts et Métiers Graphiques, 1954.

36 

Marçais, William y Georges Marçais. Les monuments arabes de Tlemcen. París: Albert Fontemoing, 1903.

37 

Marcos Cobaleda, María. Los almorávides. Arquitectura de un imperio. Granada: Universidad de Granada, 2015.

38 

Maslow, Boris. Les mosquées de Fès et du nord du Maroc. París: Editions d’Art et d’Histoire, 1937.

39 

Meunié, Jacques. «Le Zaouiat en Noussak: une fondation mérinite aux abords de Salé». Mélanges d’histoire et d’archéologie de l’Occident musulmane 2 (1957): 129-146.

40 

Meunié, Jacques, Henri Terrasse y Gaston Deverdun. Nouvelles recherches archéologiques à Marrakech. París: Arts et Métiers Graphiques, 1957.

41 

Montejo, Alberto J. «El pabellón de abluciones oriental de la mezquita aljama de Córdoba correspondiente a la ampliación de Almanzor». Cuadernos de Madīnat al-Zahrā’ 4 (1999): 209-231.

42 

Nuere, Enrique. «La carpintería de lazo en Castilla y Marruecos». En Arquitectura sa’dí. Marruecos 1554-1659, editado por Antonio Almagro, 505-525. Madrid: CSIC, 2022.

43 

Revault, Jacques. «Deux mîd’as tunisoises (XVe et XVIIe siècles)». Revue de l’Occident musulman et de la Méditerranée 15-16 (1973): 275-290.

44 

Terrasse, Charles. Médersas du Maroc. París: Albert Morancé, 1927.

45 

Terrasse, Henri. La mosquée des Andalous à Fès. París: Editions d’Art et d’Histoire, 1942.

46 

Terrasse, Henri. La Mosquée al-Qaraouiyin à Fès. París: C. Klincksieck, 1968.

47 

Tuil, Bulle. «Inhumation et baraka. La tombe du saint dans la ville de l’Occident musulman au Moyen-Âge (XIIe-XVe siècles)». Tesis doctoral, Universidad París-Sorbonne, 2011.

48 

Tuil Leonetti, Bulle. «Culte des saints et territoire: le cas de Abu Madyan à Tlemcen (VIe/XIIe-IXe/XVe siècle)». En Dynamiques religieuses et territoires du sacré au Maghreb médiéval, editado por Cyrille Aillet y Bulle Tuil Leonetti, 209-251. Madrid: CSIC, 2015.

49 

Vera Reina, Manuel. «La mida de la aljama almohade de Sevilla». En El último siglo de la Sevilla islámica (1147-1248), editado por Magdalena Valor, 161-166. Sevilla: Universidad de Sevilla - Gerencia Municipal de Urbanismo, 1995.

50 

Vera Reina, Manuel. «La Mīḏā’». En Sevilla almohade, editado por Magdalena Valor y Ahmed Tahiri, 107-109. Sevilla: Fundación de las Tres Culturas del Mediterráneo, 1999.

51 

Vidal Castro, Francisco. «Agua y urbanismo: evacuación de aguas en fatwà-s de al-Andalus y el Norte de África». En L’Urbanisme dans l’Occident musulman au Moyen Âge. Aspects juridiques, editado por Patrice Cressier, Maribel Fierro y Jean-Pierre Van Staëvel, 101-123. Madrid: Casa de Velázquez y CSIC, 2000.

52 

Villalba Sola, Dolores. La senda de los almohades: arquitectura y patrimonio. Granada: Editorial Universidad de Granada, 2015.

NOTAS

 
1 

Sobre el ritual canónico y las reglas de buena conducta en materia de pureza, así como su significado en la literatura jurídica del Occidente musulmán medieval, véase Mohammed Hocine Benkheira, «La maison de Satan»; Benhima, «Usages de bienséance».

2 

Para la transcripción de términos y nombres árabes se ha empleado el sistema de la revista al-Qanṭara.

3 

Benkheira, «Maison de Satan», 404-406Benkheira, Mohammed Hocine. «La maison de Satan. Le hammâm en débat dans l’islam médiéval». Revue de l’histoire des religions 200, n.º 4 (2003): 391-443..

4 

Calvo, Mezquitas de al-Andalus, 187-188Calvo Capilla, Susana. Las mezquitas de al-Andalus. Almería: Fundación Ibn Tufayl, 2014..

5 

Montejo, «Pabellón de abluciones», 209-231Montejo, Alberto J. «El pabellón de abluciones oriental de la mezquita aljama de Córdoba correspondiente a la ampliación de Almanzor». Cuadernos de Madīnat al-Zahrā’ 4 (1999): 209-231..

6 

Cressier, Gilotte y Rousset, «Lieux d’hygiène», 5-12Cressier, Patrice, SophieGilotte y Marie-OdileRousset. «Lieux d’hygiène et lieux d’aisance au Moyen Âge en terre d’Islam». Médiévales, 70 (2016): 5-12..

7 

Una idea de ello puede obtenerse en el atlas digital ATARAL (fecha de consulta 25 de mayo de 2024, https://www.ataral.es/).

8 

Al-Ǧaznāʾī, Ǧanà Zahrat al-Ās, 43-45. Ibn Abī Zarʿ ofrece un listado semejante, aunque las cifras varían (Ibn Abī Zarʿ, Al-Anīs al-muṭrib, 47-48Ibn Abī Zarʿ, Abū al-Ḥasan ʿAlī b. ʿAbd Allāh. Al-Anīs al-muṭrib bi-rawḍ al-qirṭās fī aḫbār mulūk al-Maġrib wa-tārīḫ madīnat Fās. Editado por ʿAbd al-Wahhāb b.Manṣūr. Rabat: Dār al-Manṣūr li-l-Ṭibāʿa wa-l-Wirāqa, 1972-1973.).

9 

Terrasse, Mosquée des Andalous, 24Terrasse, Henri. La mosquée des Andalous à Fès. París: Editions d’Art et d’Histoire, 1942.; Terrasse, Mosquée al-Qaraouiyin, 56Terrasse, Henri. La Mosquée al-Qaraouiyin à Fès. París: C. Klincksieck, 1968..

10 

Al-Tāzī, Ǧāmi῾ al-Qarawiyyīn, 77-78Al-Tāzī, ῾Abd al-Hādī. Ǧāmiʿ al-Qarawiyyīn, 1 : 1. Beirut: Dār al-Kitāb al-Lubnānī, 1972-73..

11 

Villalba, Senda de los almohades, 511-512 y 518-519Villalba Sola, Dolores. La senda de los almohades: arquitectura y patrimonio. Granada: Editorial Universidad de Granada, 2015..

12 

Al-Ǧaznāʾī, Zahrat el-ÂsAl-Ǧaznāʾī, Abū al-Ḥasan ʿAlī. Ǧanà Zahrat al-Ās fī bināʾ madīnat Fās [Kitāb zahrat al-ās fī bināʾ madīnat Fās]. Editado por ʿAbd al-Wahhābb. Manṣūr. Rabat: al-Maṭbaʿa al-Malakiyya, 1991..

13 

Madani, «Réseau hydraulique»Madani, Tariq. «Le réseau hydraulique de la ville de Fès». Archéologie islamique 8-9 (1999): 119-142.; Madani, «Evolution urbaine»Madani, Tariq. «Evolution urbaine et réseau hydraulique de la ville de Fès». En Ciudad y Territorio en al-Andalus, Serie de Arqueologia Medieval, editado por LorenzoCara, 436-470. Granada: Athos-Pérgamos, 2000.; Madani, «Eau monde musulman»Madani, Tariq. «L’eau dans le monde musulman médiéval: l’exemple de Fès (Maroc) et de sa région». Tesis doctoral, Lyon 2, 2003..

14 

Madani, «Eau monde musulman», parte 2, 37-38 y 124-128Madani, Tariq. «L’eau dans le monde musulman médiéval: l’exemple de Fès (Maroc) et de sa région». Tesis doctoral, Lyon 2, 2003.. Asimismo, sobre el sistema de distribución de agua y su ramificación, véase El-Hajjami, «Fès, labyrinthes»El-Hajjami, Abdellatif. «Fès, labyrinthes souterrains des voies d’eau». En L’eau et le Maghreb, un aperçu sur le présent, l’héritage et l’avenir, 115-121. Milán: PNUD, 1988..

15 

Según la obra biográfica de Aḥmad Bābā, un alfaquí de Fez así llamado falleció en 598 H (1201-1202), coincidiendo con el gobierno del califa Muḥammad al-Nāṣir (Al-Timbuktī, Nayl al-Ibtihāğ, 640Al-Timbuktī, Aḥmad Bābā. Nayl al-Ibtihāǧ bi-taṭrīz al-dībāǧ. Editado por ʿAbd al-HamīdʿAbd Allāh al-Harāma. Trípoli: Dār al-Kātib, 2000.).

16 

Según el texto y la edición puede variar: Sarāb, Sarāt, Sadāb o Sadāt.

17 

Según el texto y la edición también puede ser Ḫarmāl o Ḫawmāl.

18 

Barrio de Guerniz.

19 

En Rawḍ al-qirṭās se destaca el color azul (lāzaward). Ibn Abī Zarʿ, Al-Anīs al-muṭrib, 70Ibn Abī Zarʿ, Abū al-Ḥasan ʿAlī b. ʿAbd Allāh. Al-Anīs al-muṭrib bi-rawḍ al-qirṭās fī aḫbār mulūk al-Maġrib wa-tārīḫ madīnat Fās. Editado por ʿAbd al-Wahhāb b.Manṣūr. Rabat: Dār al-Manṣūr li-l-Ṭibāʿa wa-l-Wirāqa, 1972-1973..

20 

Lámpara metálica de gran envergadura que puede portar numerosos vasos de aceite.

21 

Piedra que tradicionalmente es extraída en la zona de Sefrou.

22 

Al-Ǧaznāʾī, Ǧanà Zahrat al-Ās, 70-73Al-Ǧaznāʾī, Abū al-Ḥasan ʿAlī. Ǧanà Zahrat al-Ās fī bināʾ madīnat Fās [Kitāb zahrat al-ās fī bināʾ madīnat Fās]. Editado por ʿAbd al-Wahhābb. Manṣūr. Rabat: al-Maṭbaʿa al-Malakiyya, 1991..

23 

Al igual que la voz española «atanor» (pieza tubular cerámica), pudiendo referirse el texto a una tubería cuyas piezas de plomo se asemejan a los atanores.

24 

Con este nombre se conocen en Marruecos las pequeñas torres piezométricas que a lo largo de una conducción estanca (qādūs) mantienen la presión para que el agua pueda alcanzar un nivel elevado o manar en surtidores.

25 

Ibn Abī Zarʿ, Al-Anīs al-muṭrib, 69-70Ibn Abī Zarʿ, Abū al-Ḥasan ʿAlī b. ʿAbd Allāh. Al-Anīs al-muṭrib bi-rawḍ al-qirṭās fī aḫbār mulūk al-Maġrib wa-tārīḫ madīnat Fās. Editado por ʿAbd al-Wahhāb b.Manṣūr. Rabat: Dār al-Manṣūr li-l-Ṭibāʿa wa-l-Wirāqa, 1972-1973..

26 

Desconocemos si este establecimiento puede ser un añadido posterior, lo que tendría sentido considerando el recorrido tan enrevesado que se requiere para llegar hasta él.

27 

Terrasse, Mosquée al-Qaraouiyin, 56Terrasse, Henri. La Mosquée al-Qaraouiyin à Fès. París: C. Klincksieck, 1968..

28 

Otra interpretación alternativa es que la bóveda de mocárabes sea posterior a la armadura, bien del periodo almohade o meriní, lo que igualmente habría permitido a al-Ǧaznāʾī (siglo XIV) documentarla. No obstante, esta posibilidad no parece sensata en términos arquitectónicos porque en ese caso la armadura se habría construido en un primer momento a una cota mucho más alta de lo normal e incluyendo la serie de pequeñas ventanitas superiores.

29 

Un ejemplo contemporáneo podrían ser los aliceres de la mezquita almohade de Sevilla (Jiménez y Jiménez, «Arqueología y conservación»Jiménez Sancho, Álvaro y AlfonsoJiménez Martín. «Arqueología y conservación: aliceres en la catedral de Sevilla». Arqueología de la Arquitectura 16 (2019): e090. 10.3989/arq.arqt.2019.012.).

30 

Almagro y Jiménez, «Kutubiyya Mosque», 277Almagro, Antonio y AlfonsoJiménez. «The Kutubiyya Mosque of Marrakesh Revisited». Muqarnas 39 (2022): 255-288.; Nuere, «Carpintería de lazo», 509-511Nuere, Enrique. «La carpintería de lazo en Castilla y Marruecos». En Arquitectura sa’dí. Marruecos 1554-1659, editado por AntonioAlmagro, 505-525. Madrid: CSIC, 2022..

31 

Madani, «Eau monde musulman», 127Madani, Tariq. «L’eau dans le monde musulman médiéval: l’exemple de Fès (Maroc) et de sa région». Tesis doctoral, Lyon 2, 2003..

32 

Allouche, «Plan de canalisations»Allouche, Ichoua Sylvain. «Un plan de canalisations de Fès au temps de Mawlāy Ismaʿīl d’après un texte inédit, avec une étude succincte sur les ‘kwādsiya’». Hespéris 18 (1934): 49-63.. Asimismo, este aspecto de la gestión urbana ha generado continuamente situaciones conflictivas, lo que ha requerido la formulación de diversas fetuas (Vidal, «Agua y urbanismo»Vidal Castro, Francisco. «Agua y urbanismo: evacuación de aguas en fatwà-s de al-Andalus y el Norte de África». En L’Urbanisme dans l’Occident musulman au Moyen Âge. Aspects juridiques, editado por PatriceCressier, MaribelFierro y Jean-PierreVan Staëvel, 101-123. Madrid: Casa de Velázquez y CSIC, 2000.).

33 

Terrasse, Mosquée des Andalous, 24Terrasse, Henri. La mosquée des Andalous à Fès. París: Editions d’Art et d’Histoire, 1942..

34 

Los textos atribuyen estas fuentes a varios gobernantes de distintos periodos, pero en algunos casos se podría tratar de reformas.

35 

Actualmente se conserva una antigua maṣriyya reservada para el imam en la esquina noroeste de la mezquita, volando sobre la calle.

36 

Al-Ǧaznāʾī, Ǧanà Zahrat al-Ās, 92-93Al-Ǧaznāʾī, Abū al-Ḥasan ʿAlī. Ǧanà Zahrat al-Ās fī bināʾ madīnat Fās [Kitāb zahrat al-ās fī bināʾ madīnat Fās]. Editado por ʿAbd al-Wahhābb. Manṣūr. Rabat: al-Maṭbaʿa al-Malakiyya, 1991..

37 

Al-Ḏaḫīra al-saniyya, 42Al-Ḏaḫīra al-saniyya. Al-Ḏaḫīra al-saniyya fī tārīḫ al-dawla al-marīniyya. Editado por ʿAbd al-Wahhāb b. Manṣūr. Rabat: Dār al-Manṣūr li-l-Ṭibāʿ a wa-l-Wirāqa, 1972..

38 

Se conoce con este nombre un importante canal de agua que entraba junto a Bāb al-Šubbāk y atravesaba por completo la orilla de al-Andalusiyyīn pasando por su aljama. Así se muestra en el plano de Orthlieb de 1913, aunque actualmente este enclave ha sido radicalmente transformado. Como indica Madani, era uno de los principales suministros de esta parte de Fez y fue objeto de conflictos, como refleja una fetua recogida por al-Wanšarīsī en la que se menciona el suministro de numerosas cisternas, pozos, canales, abrevaderos, jardines y letrinas (Madani, «Réseau hydraulique»137Madani, Tariq. «Le réseau hydraulique de la ville de Fès». Archéologie islamique 8-9 (1999): 119-142.; Madani, «Eau monde musulman», parte 2, 57Madani, Tariq. «L’eau dans le monde musulman médiéval: l’exemple de Fès (Maroc) et de sa région». Tesis doctoral, Lyon 2, 2003.).

39 

Ibn Abī Zarʿ, Al-Anīs al-muṭrib, 76-77Ibn Abī Zarʿ, Abū al-Ḥasan ʿAlī b. ʿAbd Allāh. Al-Anīs al-muṭrib bi-rawḍ al-qirṭās fī aḫbār mulūk al-Maġrib wa-tārīḫ madīnat Fās. Editado por ʿAbd al-Wahhāb b.Manṣūr. Rabat: Dār al-Manṣūr li-l-Ṭibāʿa wa-l-Wirāqa, 1972-1973..

40 

Hay más de un siglo de separación entre las obras almohades y las crónicas meriníes que las retratan, por lo que es lógico que los relatos hayan perdido orden y rigurosidad en sus detalles.

41 

En líneas generales, las restauraciones del último siglo no tienen por qué haber alterado drásticamente la configuración de las edificaciones, pero sí han mostrado una falta de sensibilidad en la preservación de detalles originales como los restos de adaraja observados por Terrasse, los arquillos de yeso que decoraban las ventanas, las techumbres de madera o las formas geométricas de algunos vanos.

42 

Esta aljama contó con otras salas de abluciones, pero solo esta se ha excavado arqueológicamente (Montejo, «Pabellón de abluciones», 209-231Montejo, Alberto J. «El pabellón de abluciones oriental de la mezquita aljama de Córdoba correspondiente a la ampliación de Almanzor». Cuadernos de Madīnat al-Zahrā’ 4 (1999): 209-231.).

43 

Meunié, Terrasse y Deverdun, Nouvelles recherches, 6-20Meunié, Jacques, HenriTerrasse y GastonDeverdun.Nouvelles recherches archéologiques à Marrakech. París: Arts et Métiers Graphiques, 1957.; Marcos, Almorávides, 146-158Marcos Cobaleda, María. Los almorávides. Arquitectura de un imperio. Granada: Universidad de Granada, 2015.; Deverdun, Marrakech, 415-416Deverdun, Gaston. Marrakech des origines à 1912. Rabat: Éditions Techniques Nord-Africaines, 1959-1966.; Almagro, «Arquitectura religiosa», 183-188Almagro, Antonio. «Arquitectura religiosa almorávide». En Arqueología del al-Andalus almorávide, editado por RafaelAzuar Ruiz, 163-190. Alicante: Museo Arqueológico de Alicante, 2020..

44 

Vera, «Mida de la aljama», 161-166Vera Reina, Manuel. «La mida de la aljama almohade de Sevilla». En El último siglo de la Sevilla islámica (1147-1248), editado por MagdalenaValor, 161-166. Sevilla: Universidad de Sevilla - Gerencia Municipal de Urbanismo, 1995.; Vera, «La Mīḏā’», 107-109Vera Reina, Manuel. «La Mīḏā’». En Sevilla almohade, editado por MagdalenaValor y AhmedTahiri, 107-109. Sevilla: Fundación de las Tres Culturas del Mediterráneo, 1999..

45 

Su documentación, así como las posibles hipótesis de interpretación, fueron plasmadas gráficamente por Antonio Almagro en el atlas ATARALAlmagro, Antonio (dir.). ATARAL, Atlas de Arquitectura Almohade, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Fecha de consulta 25 de mayo de 2024, https://www.ataral.es.: «Mīḍāʾa de la mezquita aljama de Sevilla» (fecha de consulta 25 de mayo de 2024, https://www.ataral.es/inventario.php?id=mida-aljama-sevilla#&gid=1&pid=386_02).

46 

Maslow, Les mosquées de Fès, 80-85Maslow, Boris. Les mosquées de Fès et du nord du Maroc. París: Editions d’Art et d’Histoire, 1937..

47 

Maslow, Les mosquées de Fès, 65-68Maslow, Boris. Les mosquées de Fès et du nord du Maroc. París: Editions d’Art et d’Histoire, 1937.; Almela, Al-Madīna al-Bayḍāʾ, 352-355Almela, Iñigo. Al-Madīna al-Bayḍāʾ (La Ciudad Blanca). Historia, arquitectura y urbanismo de la capital meriní. Granada: Editorial Universidad de Granada, 2024..

48 

Terrasse, Médersas du Maroc, 18Terrasse, Charles. Médersas du Maroc. París: Albert Morancé, 1927.; Golvin, Madrasa médiévale, 216-217Golvin, Lucien. La madrasa médiévale. Aix-en-Provence: Edisud, 1995.; Ettahiri, «Madrasas marinides», 73-99Ettahiri, Ahmed S. «Les madrasas marinides de Fès. Étude d’histoire et d’archéologie monumentales». Tesis doctoral, Universidad París-Sorbonne, 1996..

49 

Terrasse, Médersas du Maroc, 19-20Terrasse, Charles. Médersas du Maroc. París: Albert Morancé, 1927.; Golvin, Madrasa médiévale, 219-225Golvin, Lucien. La madrasa médiévale. Aix-en-Provence: Edisud, 1995.; Ettahiri, «Madrasas marinides», 114-142Ettahiri, Ahmed S. «Les madrasas marinides de Fès. Étude d’histoire et d’archéologie monumentales». Tesis doctoral, Universidad París-Sorbonne, 1996..

50 

Terrasse, Médersas du Maroc, 20-21Terrasse, Charles. Médersas du Maroc. París: Albert Morancé, 1927.; Golvin, Madrasa médiévale, 234Golvin, Lucien. La madrasa médiévale. Aix-en-Provence: Edisud, 1995.; Ettahiri, «Madrasas marinides», 222-246Ettahiri, Ahmed S. «Les madrasas marinides de Fès. Étude d’histoire et d’archéologie monumentales». Tesis doctoral, Universidad París-Sorbonne, 1996..

51 

Terrasse, Médersas du Maroc, 21-23Terrasse, Charles. Médersas du Maroc. París: Albert Morancé, 1927.; Golvin, Madrasa médiévale, 230Golvin, Lucien. La madrasa médiévale. Aix-en-Provence: Edisud, 1995.; Ettahiri, «Madrasas marinides», 158-220Ettahiri, Ahmed S. «Les madrasas marinides de Fès. Étude d’histoire et d’archéologie monumentales». Tesis doctoral, Universidad París-Sorbonne, 1996..

52 

Meunié, «Zaouiat en Noussak», 129-146Meunié, Jacques. «Le Zaouiat en Noussak: une fondation mérinite aux abords de Salé». Mélanges d’histoire et d’archéologie de l’Occident musulmane 2 (1957): 129-146.; Ettahiri, «Nouvelles remarques», 289-310Ettahiri, Ahmed S. «Nouvelles remarques sur la zawiya mérinide d’al-Nussak à Salé». Bulletin d’Archéologie marocaine 21 (2009): 289-310.; Almela, «Zāwiya en época meriní», 52-56Almela, Iñigo. «La zāwiya en época meriní: el soberano piadoso y el caso revelador de al-Nussāk (Salé, Marruecos)». Anaquel de Estudios Árabes 33 (2022): 33-73. 10.5209/anqe.77645..

53 

Fili, Belatik y Ettahiri, Aghmat, 46-47Fili, Abdallah, MohamedBelatik y Ahmed S. Ettahiri. Aghmat, passé rayonnant d’une cité marocaine. Rabat: Musée Bank Al-Maghrib, 2022..

54 

Maslow, Les mosquées de Fès, 38-53Maslow, Boris. Les mosquées de Fès et du nord du Maroc. París: Editions d’Art et d’Histoire, 1937.; Almela, Al-Madīna al-Bayḍāʾ, 289-292Almela, Iñigo. Al-Madīna al-Bayḍāʾ (La Ciudad Blanca). Historia, arquitectura y urbanismo de la capital meriní. Granada: Editorial Universidad de Granada, 2024..

55 

Maslow, Les mosquées de Fès, 54-64Maslow, Boris. Les mosquées de Fès et du nord du Maroc. París: Editions d’Art et d’Histoire, 1937.; Almela, Al-Madīna al-Bayḍāʾ, 324-330Almela, Iñigo. Al-Madīna al-Bayḍāʾ (La Ciudad Blanca). Historia, arquitectura y urbanismo de la capital meriní. Granada: Editorial Universidad de Granada, 2024..

56 

Marçais, Architecture musulmane, 286-290Marçais, Georges. L’architecture musulmane d’occident: Tunisie, Algérie, Maroc, Espagne et Sicilie. París: Arts et Métiers Graphiques, 1954.; Terrasse, Médersas du Maroc, 24-29Terrasse, Charles. Médersas du Maroc. París: Albert Morancé, 1927.; Golvin, Madrasa médiévale, 245-247Golvin, Lucien. La madrasa médiévale. Aix-en-Provence: Edisud, 1995.; Ettahiri, «Madrasas marinides», 248-293Ettahiri, Ahmed S. «Les madrasas marinides de Fès. Étude d’histoire et d’archéologie monumentales». Tesis doctoral, Universidad París-Sorbonne, 1996.; Ettahiri, «La Bu’inaniya», 474-476Ettahiri, Ahmed S. «La Bu’inaniya de Fès, perle des madrasas mérinides». En Le Maroc Médiéval. Un empire de l’Afrique à l’Espagne, editado por YannickLintz y ClaireDéléry, 474-476. París: Hazan, 2014..

57 

Marçais, Monuments arabes, 224-284Marçais, William y GeorgesMarçais. Les monuments arabes de Tlemcen. París: Albert Fontemoing, 1903.; Marçais, Architecture musulmane, 276 y 291Marçais, Georges. L’architecture musulmane d’occident: Tunisie, Algérie, Maroc, Espagne et Sicilie. París: Arts et Métiers Graphiques, 1954.; Golvin, Madrasa médiévale, 202-205Golvin, Lucien. La madrasa médiévale. Aix-en-Provence: Edisud, 1995.; Charpentier, Terrasse, Negadi, L’image de Tlemcen, 117Charpentier, Agnès, MichelTerrasse y S. MohamedNegadi. L’image de Tlemcen dans les archives françaises. Catalogue de l’exposition. Tremecén: Tlemcen, 2011.; Tuil, «Inhumation et baraka», I: 113-118 y II: 30-31Tuil, Bulle. «Inhumation et baraka. La tombe du saint dans la ville de l’Occident musulman au Moyen-Âge (XIIe-XVe siècles)». Tesis doctoral, Universidad París-Sorbonne, 2011.; Tuil, «Culte des saints»Tuil Leonetti, Bulle. «Culte des saints et territoire: le cas de Abu Madyan à Tlemcen (VIe/XIIe-IXe/XVe siècle)». En Dynamiques religieuses et territoires du sacré au Maghreb médiéval, editado por CyrilleAillet y BulleTuil Leonetti, 209-251. Madrid: CSIC, 2015.; Charpentier, Tlemcen médiévale, 90-98, 131-133 y 147-148Charpentier, Agnès. Tlemcen médiévale. Urbanisme, architecture et arts. París: Boccard, 2018..

58 

Revault, «Deux mid’ as», 275-290Revault, Jacques. «Deux mîd’as tunisoises (XVe et XVIIe siècles)». Revue de l’Occident musulman et de la Méditerranée 15-16 (1973): 275-290.; Daoulatli, Tunis sous les Hafsides, 213-221Daoulatli, Abdelaziz. Tunis sous les Hafsides. Túnez: Institut National d’Archéologie et d’Art, 1976.; Daoulatli, Mosquée Zitouna, 145-152Daoulatli, Abdelaziz. La Mosquée Zitouna. Tunis. Dix siècles d’architecture tunisienne. Túnez: Institut National d’Archéologie et d’Art, 2010..

59 

Almela, Arquitectura religiosa saadí, 89-92 y 122-124Almela, Iñigo. Arquitectura religiosa saadí y desarrollo urbano (Marrakech, siglos XVI-XVII). Granada: Editorial Universidad de Granada, 2021.; Almela, «Dos complejos», 332-336 y 365-367Almela, Iñigo. «Dos complejos religiosos en torno a mezquitas». En Arquitectura sa’dí. Marruecos 1554-1659, editado por AntonioAlmagro, 296-373. Madrid: CSIC, 2022..

60 

Almela, «Madraza Ibn Yūsuf», 410-412Almela, Iñigo. «La madraza Ibn Yūsuf de Marrakech». En Arquitectura sa’dí. Marruecos 1554-1659, editado por AntonioAlmagro, 374-425. Madrid: CSIC, 2022..