José Saramago afirma que «los escritores hacen la literatura nacional y los traductores hacen la literatura universal». Hoy, la Crònica de Pere el Cerimoniós es más universal al contar con una nueva traducción al castellano, sin tener las pretensiones literarias añadidas de la traducción de Antonio de Bofarull (1850). Esta nueva traducción se mantiene fiel al texto catalán a la vez que utiliza el español actual. La edición no peca ni de demasiado fiel a la literalidad del texto, que resultaría farragoso y medievalizante, ni de demasiadas licencias literarias para embellecer la prosa. El objetivo del libro es ofrecer al lector esta fuente primaria sin necesidad de conocer el catalán del bajo medievo. Esta traducción se añade a las ya publicadas, al francés por Amédée Pagès (1942) y al inglés por Mary Hillgarth (1980).
La traducción, con excelente criterio, ha seguido como texto original la edición de la Crònica de Soldevila de 1971 con la magnífica revisión histórica de Maria Teresa Ferrer Mallol y filológica de Jordi Burguera, publicada en 2014 por el Institut d’Estudis Catalans. En caso de duda se han consultado las citadas ediciones de Pagès y Hillgarth. Tanto estas variaciones como las propias de los autores se indican en nota a pie de página. Todas estas correcciones buscan y consiguen restaurar el sentido originario, empeorado por ciertos saltos entre palabras idénticas, por homoioteleuton o figura retórica que consiste en rima en la prosa, o por errores de voces que son similares, particularmente entre topónimos. Se mantiene la numeración de los párrafos de la edición de Soldevila para facilitar la localización del texto originario. En numerosas ocasiones se modifica la puntuación para agilizar la lectura, se cambia en algún caso el orden de las frases sin perder su sentido, se colocan más puntos y seguidos que sustituyen a las y tan habituales en los textos medievales. Además, hay numerosas y sucintas notas en torno a personajes históricos, usos del código militar, caballeresco y religiosos, entre otros, que toman prestado especialmente de la edición de Soldevila. En resumen, todas estas acciones se enmarcan en la adaptación del texto al castellano y lector actual a fin de ser la lectura concisa y enriquecedora.
El libro se estructura en dos partes básicas: un magistral estudio introductorio de Cacho Blecua y la rigurosa traducción con notas de ambos autores. El libro cierra con índices, uno onomástico y otro toponímico. La introducción ofrece un amplio contexto histórico de la obra, así como un análisis pormenorizado del contenido del texto. Se divide en cuatro partes: una contextualización histórica, análisis del Libro, estudio de la vida del Cerimonioso narrada en la obra y un epílogo que se acompaña de referencias bibliográficas y nota sobre la traducción que prosigue.
La introducción analiza la educación recibida por el futuro monarca y de qué manera impacta en su obra. Su educación fue entre el trivium y los auctores. La Biblia y la instrucción religiosa eran la máxima autoridad aplicable a la enseñanza. Los Salmos formaban parte de la formación del rey, quién además gozaba de una memoria prodigiosa. Tres libros destacaron en la educación del soberano: el Tobías de Mathieu de Vendôme (1100-1187), el Doctrinale de Alexandre de Villedieu (ca. 1199) y el Alexandre (1170-1180). En los niveles inferiores de aprendizaje se hallaba el Tobías, mientras que los otros eran para un nivel educativo superior. También se conoce su lectura del Llibre dels Fets de Jaime I. El joven noble obtuvo notables influencias de su educación. Sus modelos políticos, el rey David y Lot, presentes en el sermón introductorio del Libro, estuvieron presentes en sus lecturas del periodo educativo. También su admiración por los gobernantes pasados, de legado universal, Alejandro Magno, personaje más importante del Alexandre, y de su propia casa, Jaime I. Otra influencia fueron los valores como el temor y la honra presentes en el Tobías, que no tienen los mismos significados de hoy, pues es el temor a Dios como principio de sabiduría. Además, la introducción trata la historiografía desde el siglo XIII i hasta la época del Ceremonioso y su vinculación con la obra. Por último, explica la construcción de la imagen del monarca y reconstrucción del linaje situando la crónica real junto a otras obras de legitimidad real, como las tumbas reales de Poblet, donde yacían los restos mortales de Jaime I.
La segunda parte de la introducción explica los pilares para comprender concisamente la obra: título originario, género, autoría, el nos mayestático, contenido y ordinatio, sermón introductorio, propósito y destinatarios. Aquí el auctor, el propio monarca, trató de proseguir la herencia política e historiográfica de sus antepasados, en especial la de Jaime el Conquistador. Por ello, el texto se usó como mecanismo de autorrepresentación y fiel testimonio de todos los sucesos importantes de su vida. Los hechos fueron escrupulosamente seleccionados porque en su conjunto son exhibición gloriosa del rey, continuando ejemplarmente un linaje providencial de vencedores. Otro apartado relevante es el propósito y los destinarios de la obra. El monarca, como en un juego de espejos, pretendía dar lecciones a los reyes sucesores a partir de su propia vida y sus múltiples vicisitudes. Un aspecto clave es aprender de errores, la ejemplaridad de los errores, a fin de que el futuro soberano no los cometa. Este propósito y destinatarios coinciden con la carta de donación de su biblioteca al Monasterio de Poblet (1380). En ella se menciona que monjes y lectores podrán recibir alegría y provecho de las lecturas de las memorias de los reyes, siguiendo los buenos ejemplos y evitando los malos.
El tercer apartado de la introducción se centra en la azarosa vida del monarca. El inicio del rey se aleja de los hábitos ensalzadores para mostrarse como niño débil sietemesino, lo cual es singular. También incluye la historia del porqué su padre fue elegido rey y la muerte a tierna edad de su hermano mayor para asentar su legitimidad. El siguiente aspecto vital destacable es la espléndida autocoronación en Zaragoza que presenta con detalle como manifestación de poder. Posteriormente, pasa a hablar de sus acciones de gobierno hasta la Guerra de los dos Pedros. La ira es constante por sus enemigos, en especial por el monarca mallorquín, Jaime el Desdichado. El Ceremonioso pretende mostrar su sagacidad, astucia, desprecio por su vasallo y capacidad para solucionar problemas, sin plantearse inconvenientes éticos.
El epílogo pone en valor el Libro como documento histórico. Entre las cuatro grandes crónicas en lengua catalana, esta es la menos literaria y la más histórica, siendo más valorada por historiadores y menos por los lectores. Un aspecto muy interesante es que solo se muestran aspectos favorables al monarca, aunque esto no minusvalora su gran valor como fuente fiable del reinado, como señaló Maria Teresa Ferrer Mallol, al consultarse en su redacción numerosa documentación de cancillería, procesal, aparte de las propias vivencias del soberano. Así, la falsificación de moneda francesa y castellana por parte del rey para financiar la costosa Guerra de los dos Pedros (1356-1367), como ha estudiado Albert Estrada Rius, no se halla en ningún momento reflejada en el texto. No obstante, sí se aportan numerosos datos útiles de numerosos aspectos relevantes, como sobre el discurso propagandístico de justificación de la reintegración de la corona de Mallorca a la corona de Aragón, analizado por Gabriel Pujol Ensenyat.
El resultado de esta nueva traducción al castellano de la Crònica de Pere el Cerimoniós: una obra no del momento, sino para todo momento. Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas, explica que uno debería alcanzar la excelencia y compartirla. Hoy, la excelencia se ha alcanzado y se comparte con los lectores.